La luz del yoga seguramente lo compré en la librería Yug de
Puebla, en la colonia Roma, por ahí de finales de los noventa en que estaba
haciendo el diplomado de Iztac, y desde entonces ha sido mi guía, refugio y
punto de retorno a esta disciplina que me ha aportado tanto.
Durante un tiempo
lo presté a mi amiga, compañera y maestra de yoga Soledad García, quien lo
extravió o se lo quedó, pero me lo repuso con una bella dedicatoria que dice
“Con amor de muchas vidas, Soledad”. Es quizás, por este vuelco que mi ejemplar
en especial tiene un gran significado para mí. Soledad me puso mucha atención
en mi práctica porque confiaba en que yo
podía desarrollarme bien en esta técnica, me animaba y estimulaba a
profundizar, compartiéndome su experiencia de más de veinte años practicando y
enseñando Yoga.
Alguna vez me invitó a su salón de clases en Querétaro a dar
una sesión como a mí me gustan, a mi manera, ya con todo el entrenamiento de la
escuela Iyengar. Creo que he adoptado el Yoga y le he dado un toque personal que
me gusta.
La luz del Yoga del maestro B.K.S. Iyengar es un libro
luminoso, lúcido y práctico que funciona a la vez que como libro de consulta,
como un manual que lleva al interesado
en el arte sagrado de la unión cuerpo-mente paso a paso al dominio de una
técnica ancestral. Está dividido en dos grandes secciones. La primera ¿Qué es el yoga?, expone los orígenes historiográficos y
mitológicos de la disciplina. Los Upanishads,
los aforismos de Patanjali, el Hatha Yoga Pradipika, las leyendas del Bagavad-Ghita. Explica los ocho
estadios del yoga, para que no nos confundamos con la tendencia contemporánea a
limitarnos a uno solo, que son las ásanas
(posturas), sino que comprendamos que toda esa contorsión no es más que eso
si no se es congruente con el resto de los principios que implican el respeto a
las leyes universales, la purificación por la disciplina, el control de la
respiración, la retirada y la emancipación de la mente de la dominación de los
sentidos y los objetos externos, la concentración y la meditación hasta llegar
a la iluminación.
Todos estos estadios los expone claramente, de ahí que el
lector puede hacerse una idea de si realmente es lo que quiere o mejor se
inscribe a Zumba o a Pilates en el club.
La segunda parte, Yogasanas,
es la explicación técnica para la construcción de las posturas (ásanas). Luego de exponer el nombre en
sánscrito, explica su etimología, describe la técnica concienzudamente y
explica los efectos que la postura tiene en los diferentes niveles (mecánico, bioquímico
y energético). Cuando es necesario recurre a la leyenda o mito que hay detrás
de la postura y en otras ocasiones se centra en el efecto psicológico que la
actitud corporal puede construir en el carácter.
De ahí que el bellísimo
prólogo al libro, escrito por el musicólogo Yehuda Menuhin, sintetice
claramente el beneficio de los diferentes grupos de posturas que domina el
practicante avanzado, haciendo una correspondencia entre el trabajo físico y
las habilidades cognositivas: “La comparación y la crítica deben empezar con
el alineamiento de nuestras propias mitades, derecha e izquierda en un grado en
el que sean factibles hasta los más finos ajustes.
La fuerza de voluntad nos
puede llevar a empezar por el estiramiento del cuerpo desde los dedos de los
pies hasta la cumbre de la cabeza, desafiando la gravedad. Ímpetu y ambición
pueden empezar con el sentido del peso y la velocidad que provienen del libre
balanceo de los miembros, mientras que el aplomo lo crea el control de un
equilibrio prolongado sobre un pie, los dos pies o las manos, lo que otorga
serenidad.
La tenacidad se obtiene por el estiramiento en las distintas
posturas de Yoga durante varios minutos, mientras que la calma se obtiene mediante
la respiración tranquila y constante y la expansión de los pulmones, el
conocimiento de la inevitable alternancia de tensión y relajación en ritmos
eternos, de los que la inspiración y la espiración constituyen un solo ciclo,
onda o vibración entre las incontables miríadas que constituyen el universo”.
De esta manera Iyengar expone 57 posturas ilustradas con
fotografías de sí mismo, lo cual es muy inspirador. Incluye una sección de Pranayama en la que, como lo hizo en la
sección anterior, sugiere las condiciones ideales tanto físicas como orgánicas
y emocionales que son más favorables para la práctica y expone los diversos
ejercicios de limpieza y purificación a través de la respiración.
Finalmente incluye un apéndice que es sumamente valioso y
puede acompañarnos para toda la vida. Él le llama Cursos de ásanas en los que expone series de posturas por grupos
para que el lector, yogui o practicante vaya adquiriendo por sí mismo la
disciplina o se inspire para estructurar sus clases, como lo hago yo en De
profundis.
El primer curso lleva al practicante desde la semana uno hasta
la treintaicinco en una progresión de posturas y tiempos que harán un verdadero
maestro de quien logre dominarlas. En el siguiente plantea un curso de una
semana. Debo decirles que cualquiera de las dos opciones es un reto muy
poderoso aún para los practicantes avanzados, por lo que las sugerencias del
maestro Iyengar no se agotan. Así es que a practicar. La luz del Yoga,
publicado por editorial Kayros con la fotografía del maestro Iyengar en Padmasana en la portada, se puede
conseguir fácilmente en las librerías esotéricas.
Comentado el 22 de enero de 2014 en Business Coffee
José Manuel Ruiz Regil
De "Historia de mis libros"
josemanuelruizregil@gmail.com
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