jueves, 17 de diciembre de 2015

Los Fabuladores, de Saki



   


Esta es la historia de dos tipos de la misma calaña, que se dan a sí mismos una sopa de su propio chocolate. Desde la amabilidad más cortesana hasta la grosería más insultante, un forastero y un oriundo evaden mutuamente sus verdades para no caer en la trampa del mendigo que vive bien de recibir limosnas. A través del diálogo de los personajes nos vamos enterando de la vida de cada uno, aunque la del oriundo suene tan fantástica que ni el forastero la cree. A cada intento del forastero de embarcar al oriundo en un fraude, éste le revira una respuesta que aleja al adversario de su objetivo. Es capaz de mentir sobre mentiras para cerrarle al otro cualquier posibilidad de ataque. Finalmente, éste se da por vencido y se retira.

El cuento está basado en un refrán popular que dice que “Nunca dos que se dedican al mismo negocio estarán de acuerdo”.



sábado, 5 de diciembre de 2015

Aceite de perro, Ambrose Bierce


Para leer el cuento, da click en el título
Aceite de perro, Ambrose Bierce

   


Boffer Bings, voz narradora de esta historia es el hijo de una familia cuyo negocio se sustenta en la atracción de perros de la calle y de niños no deseados para ser eliminados y obtener un producto medicinal que se ha vuelto muy popular en la región: Aceite de perro.

Al avanzar en esta lectura del autor norteamericano, sin tener la referencia de que es uno de los autores de literatura negra más representativos del siglo XIX, seguía con incredulidad los hechos: Un padre que obtiene aceite de perro hirviendo los cuerpos en calderos para destilar su grasa y venderla a los médicos -que además la recomendaban como muy saludable a sus pacientes, quienes la conocían como Lata de Óleo-; una madre que en un taller lejano se encargaba de dar buen fin a los niños problema, y un hijo que ayudaba a sus progenitores en la limpieza de sus industrias.

Pero un accidente, la posibilidad de un encuentro de Boffer con un policía, de quienes él pensaba “que sus actos, cualquiera que sea su carácter, son provocados por los motivos más reprensibles”, lo dirigió a esconderse en la fábrica de su padre, mientras llevaba cargando el cadáver de un niño hermoso. Es aquí donde la historia da una vuelta de tuerca, pues para deshacerse del cuerpo, Bings, lo mezcla en el caldero junto con los perros que su papá estaba destilando, y según narra, este fue el evento que cambió su vida.

La historia está narrada desde el presente, es una confesión del personaje del acto que condenó a sus padres a su muerte. Pero el tono en que está escrito no muestra mayor remordimiento moral por la naturaleza de los actos, sino por la quiebra y desaparición del buen negocio que habían logrado sus padres con el ajuste a la receta del aceite, el cual se había vuelto de mucha mejor calidad a partir de la inclusión del cuerpo del niño. Esto trajo cambios en la manera de operar de los adultos, hasta que fueron reprimidos por la administración de la ciudad. Entonces viene el desenlace en el que ambos culpando al otro de su quiebra, luego de una lucha innoble, acaban hundidos en el caldero.

El lamento de Bings sorprende por su ambigüedad. Si bien los crímenes de su padre le parecían de lo más normal, por otro lado tenía conciencia de la naturaleza moral de sus actos. Sin embargo, el lamento mayor fue el de acabar con su fuente de trabajo al confesarles a sus padres lo ocurrido con el cadáver del niño, la desaparición de su entorno familiar, y una empresa prometedora.

No puedo dejar de pensar en la gran metáfora que esto entraña. No puedo ver los crímenes como actos delictivos nada más, producto de una conciencia distorsionada e insensible. He sentido, a lo largo de la lectura que este dejar en los huesos a los perros y más tarde a los humanos que se han convertido en la escoria de la sociedad es justo lo que la cultura discriminatoria e individualista en que vivimos, cuyo principal objetivo es la ganancia, por encima de la persona, ha logrado. El hambre de los marginados, la cosificación de la miseria.

De alguna manera el sistema social va excluyendo y reciclando a este sector, y para ello se necesitan trabajadores. A veces se encuentran en las filas de la administración pública y otras en el sector empresarial, cuando no colaboran estrechamente unos y otros. Esta amoralidad que persigue la eficiencia a cualquier costo retrata de manera humorística y macabra uno de los rasgos de nuestra cultura. La denuncia de Bings es mucho más que un remordimiento por un pecado cometido en la juventud.


José Manuel Ruiz Regil

jueves, 19 de noviembre de 2015

Guía para padres que tienen hijos con Enfermedad Renal Crónica

Foto tomada del sitio de Facebook

La Dra. Beatriz Verónica Panduro Espinoza y el Dr. Luis Gustavo Orozco Alatorre han reunido un concierto de voces para explorar, desde diferentes ángulos, los orígenes, los síntomas, los tratamientos y demás aspectos de la esfera social a los que se enfrentan los padres de un niño o niña con Enfermedad Renal Crónica. La Guía para padres que tienen hijos con Enfermedad Renal Crónica, sí, es un texto compuesto por muchos otros textos de especialistas que le hablan al padre y a la madre de un niño con esta condición médica, y lo hacen no sólo desde la ciencia, sino desde la empatía, desde el abrazo solidario y la comprensión de los múltiples factores que aquejan el día a día de las familias de bajos recursos que tienen que enfrentar esta situación. Sobretodo, como dice el Dr.Francisco Martín Preciado Figueroa, Director del Nuevo Hospital Civil “Dr. Juan I. Menchaca”, en su Mensaje de presentación: “disminuye el impacto, las complicaciones y el sufrimiento provocados por dicha enfermedad y la pobreza al interior de las familias”.

El nuevo Hospital Civil de Guadalajara, “Dr. Juan I. Menchaca”, a través de la División de pediatría, específicamente el área de Nefropediatría,  impulsa esta iniciativa que dirige la atención sobre “una enfermedad que ya alcanza la categoría de pandemia”, pues como dice el Dr. José C. Florín Yrabien, Nefrólogo pediatra, en su generoso prólogo: “...considerada (la ERC) un importante problema de salud mundial, pues afecta a más del 10% de la población en general”.

En 16 capítulos que van desde la definición de riñón hasta la espiritualidad, médicos nefrólogos, enfermeros especialistas en nefrología, pediatras, nutriólogas, psicólogos y hasta un sacerdote jesuita ofrecen una visión práctica de cómo abordar los cuidados, el crecimiento, la educación y el desarrollo de un niño que cursa por esta enfermedad.

Desarrollado, en su mayoría a partir de preguntas sencillas y comunes, los profesionales abordan los temas con una lógica práctica, brindando a los padres información útil, clara y accesible para todos los niveles de comprensión.

Cada capítulo guarda información valiosa y una invitación a la acción consciente. Se explora el proceso de duelo, tanto en el paciente como en el cuidador, se instruye sobre cuidados paliativos, tratamiento farmacológico, terapia sustitutiva (diálisis peritoneal /hemodiálisis), manejo de urgencias fuera del hospital, recursos para afrontar el estrés y manejar las emociones tanto de los hijos como de los padres, familiares o cuidadores; el juego como un importante catalizador de la socialización, la educación, la reorganización de la vida diaria, y la formación de redes de apoyo, entre otros temas esenciales. Además, cuenta con una amplia sección de referencias bibliográficas para quienes deseen seguir profundizando en el conocimiento de la materia.


Este libro ha sido editado por el Nuevo Hospital Civil de Guadalajara, Juan I. Menchaca, El Colegio de Pediatría de Jalisco, A.C. y COECYTJAL en Editorial Cuéllar y Ayala en el año 2015. Su formato es cómodo y está impreso en papel couché, lo cual realza la calidad del diseño. Las ilustraciones son  creadas y donadas por “Grupo Malba”, por el L.D.I. Jacobo Benjamín Acosta Aguilar.

Guía para padres que tienen hijos con Enfermedad Renal Crónica se convertirá en el libro de cabecera de los padres comprometidos que buscan aceptar una realidad, por difícil que sea, y hacer los ajustes necesarios para que su hijo tenga las oportunidades de crecimiento y desarrollo que merece, y ellos a su vez, disfruten de una familia integrada, colaboradora, empática y saludable.

Coordinadores:

Dra. Beatriz Verónica Panduro Espinoza.
Médico Pediatra con Adiestramiento Avanzado en Nefrología Pediátrica, Universidad de Guadalajara, Sede Nuevo Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”
Maestra en Desarrollo Humano por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.
Estudios en Cuidados Paliativos, Metodología en Educación para Adultos (Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario) y Espiritualidad (Escuela de Espiritualidad Franciscana y Centro Ignaciano de Espiritualidad).
Doctorante en Investigación Educativa Aplicada, en el Instituto Superior de Investigación y Docencia para el Magisterio.
Adscrita al servicio de Nefrología Pediátrica del Nuevo Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca”, Guadalajara, Jalisco, México.
Profesor de Educación Médica en la Especialidad de Pediatría Médica y de Pediatría en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud.

M. En C. Luis Gustavo Orozco Alatorre
Jefe de la División de Pediatría, Nuevo Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca” Profesor Titular de la Especialidad de Pediatría Médica, Universidad de Guadalajara, Sede Nuevo Hospital Civil de Guadalajara “Dr. Juan I. Menchaca.
Miembro de la Academia Mexicana de Pediatría.
Presidente del Colegio de Pediatría de Jalisco.

Colaboradores:

Dra. María Luisa Salazar Gutiérrez, Dr. Gustavo Pérez Cortés, Dra. Cristina Ochoa Ponce, L.N.Aidé Aranzazú Navarro Jiménez, Lic. en Enfermería Elba López Gudiño, Lic. en Enfermería Patricia Ríos Armenta, Lic. en Enfermería Alicia Cabrera Salcedo, Enfermera María Luisa Castillo Román, Enfermera Maricela Mejía Armenta, Dra. Yuriko Nakashima Paniagua, Lic. Eva Sánchez Talamantes, Dra. Noemí Gómez Gómez, P. Luis Valdés Castellanos

jmrr

viernes, 24 de julio de 2015

Notas acerca de Un cuidador de inicios, Por Rocío García Rey

   



Revelaciones de un Cuidador de Inicios, de Tomás Browne Cruz, nos enfrenta y nos confronta a colocar bajo sospecha la genealogía oficial de la literatura occidental. El comienzo mismo del poemario nos advierte de la gran ruptura por la que navegaremos, pues desde el momento que leemos la palabra convoluciones encontramos ya el ápice de un lenguaje que desmonta las palabras y los significados que creemos únicos. Este ápice se transforma muy pronto en una oleada de nuevos argumentos y nuevos acomodos incluso sintácticos. Es precisamente tal acción: atreverse a desmontar el lenguaje y los personajes que creemos inamovibles por lo que el poemario de Browne se vuelve de ruptura.

Se trata de una poética de los inventarios literarios; inventarios que se presentan al lector fuera de la vitrina del museo literario, pues el juego intertextual sirve para formular, reformular y aniquilar una y otra vez, incluso el mismo poema. De esta manera las historias, los personajes, las frases, los diálogos se usan para darle un gran giro a la inventio oficial. Porque, ¿de dónde sale la literatura si no es de ese andamio llamado lenguaje? Pero es incluso ese andamiaje en el que los sintagmas pueden asumir la forma de tablones ya horizontales, ya verticales, ya combinados.

Estamos ante la disolución de las fórmulas que nos dotan de apariencia y que por ser precisamente apariencia nos hacen creer que la palabra, el sintagma por sí sólo revela verdad. Browne nos muestra, como Pizarnik cuando se preguntó: “Si digo agua, ¿beberé?”, que el lenguaje nos permite cambiar el orden acostumbrado de las matruskas. De ahí que leamos esta sentencia: “El dolor es una falsedad que no se reconoce”.

La vida misma no es sino mera apariencia; evanescentes somos, tal característica la devela el poeta cuando desmonta los significados edulcorados para espetarnos y decirnos: “De la vagina mezclándose con el semen nace una flor marchitándose”.

Es la literatura, los mitos, las historias y sus recovecos por los que se atreve a viajar el lápiz del autor para elaborar, ora una caricaturización de los personajes con los que supuestamente se abre parte de la historia bíblica, ora la reinvención y reacomodo de la historia griega o romana, por mencionar algunas.

Las genealogías que nombramos en un principio se vuelven turbias y desajustan las creencias pusilánimes y univocas. Así, leemos: “Eva es una manzana invisible y Adán un gusano imaginario. Caín tiene rabia de Adán y Eva no está en ningún lugar / Es una manzana invisible corroída por un gusano cualquiera/ […] De Adán sale un chorro de sangre y es una manzana roja/ Y Caín se la come como a Eva”. La yuxtaposición de vacuidades nombradas como “manzana invisible”/ “gusano imaginario” permiten la enunciación de un campo icónico en el que la violencia es casi lo único seguro en nuestros orígenes.

Si hemos dicho que la única certitud es la violencia, entonces podemos entender que la bondad como convención también se desvanezca, pues para el poeta, hemos perdido la armonía, escribe: “Perdiendo la alegría de una quietud llamada Universo”.

En Revelaciones de un cuidador de inicios el eje de la historia no son los documentos de las grandes batallas, en este texto la transgresión se halla en lo que hemos llamado un desmontaje de los otros anales : los de la literatura. Así de una forma metafórica podemos decir que el autor desmitifica y deconstruye una cierta teoría de la historia. El tiempo ¿dónde se halla? Si el mismo autor deja asentado en su primer poema:

“No hay historia”.

¿Los padres quiénes son? Los cuerpos sexualizados cambian de identidad y acaso se conserva una luna ora sensual, ora sexual. “Pero la luna reveló a la mujer desnuda”, acota el poeta.

Se entiende que la historia sea inexistente porque los referentes temporales no existen en el universo de Browne: “El secreto de Jamás era que Nunca no tuvo madre en el tiempo, /Y padre en el espacio, y hermanos en el espacio y tiempo. / Ese era el secreto de Nunca que Jamás no tuvo padre espacio ni madre tiempo”. Peter Pan queda, entonces, condenado a la ausencia de coordenadas espacio temporales.

Es en esta nueva construcción de espacios que el lenguaje gana terreno y se vuelve así, el único soporte para reinventar el mundo. Por ello los autores se vuelven personajes y los personajes son los verdaderos autores de la historia. Son mujeres como Julieta, Isis, Cleopatra y Chlora quienes pueden dotar de eros al mundo. Los dioses se vuelven terrenales por y con ellas, porque acaso nunca ha existido el espacio divino. Por estas mujeres la tierra es apta para los dioses; pero aun estas mujeres encarnan la ausencia. “Y te fuiste”, dice Browne, en el poema donde presenta a Isis.

Si hemos hablado en este texto de evanescencia, ésta queda asentada cuando el autor esgrime la sentencia: “El hombre es la muerte”. Y en medio de esa muerte, como parte de las transgresiones que devela el autor, nos enfrentamos a las otras mujeres, a quienes se les ha arrebatado la posibilidad de vida, y por ende la cualidad de eros: me refiero a las madres que han arrojado al basural a sus hijos, a las madres cuyo sexo ha sido sublimado. La maternidad como acto per se y sacralizado desaparece. “Cada hombre arrojado al basural por su madre es un secuestrador de mujeres, /Que lleva una antorcha en su pecho para quemarlas como quemarían Troya.”

Hay, en conclusión, en el trabajo de Browne, un trabajo metatextual que nos muestra que la hoja en blanco puede desaparecer sabiamente mediante el artilugio escritural para que las historias -literarias o no-, hallen múltiples rutas, múltiples versiones. Pues, aunque el autor, diga que: “La literatura distancia de la memoria”, quizá convenga pensar con el poemario que ahora presentamos, que es posible reinventar las memorias, es decir, reinventar las palabras.



Rocío García Rey

México, D.F. 05 de enero del 2015.

























jueves, 16 de abril de 2015

...y serán como dioses (Salmo 81 (82)*


El tiempo no vuelve atrás, por lo tanto planta tu jardín y adorna tu alma, en vez de esperar a que alguien traiga flores.
William Shakespeare.



Es una feliz coincidencia que este domingo, cuando la fe Católica conmemora la resurrección de Cristo, rindamos, también, este homenaje a nuestro querido maestro, el guionista, ensayista y dramaturgo Alejandro Cessar Rendón, haciendo una lectura de una de sus obras que no podría ser más adecuada: Lázaro: el perdón. Editado en 2002 por el Instituto Mexiquense de Cultura. Un poema dramático en un acto que nos sitúa en el origen del mito judeo-cristiano de la resurrección, y cuestiona la dependencia a una autoridad externa para la realización del máximo potencial individual, que es la conciencia cósmica.

Cuando Jesús vuelve a Betania, donde lo esperaba un grupo de judíos inconformes con sus enseñanzas para apedrearlo por la blasfemia de haberse llamado Hijo de Dios, y dioses potenciales a todos los hombres de conciencia, sus apóstoles, el milagro que habrá de representar el summum de sus enseñanzas está por realizarse: la resurrección de Lázaro, que ha muerto físicamente a causa de una enfermedad. Ese es el punto de partida de la obra de Rendón. Sin embargo, a diferencia de los Evangelios, en esta historia Lázaro no espera a El maestro, sino que resucita por sí mismo, y gracias al perdón de su madre, que atiende a los ruegos de sus hijas para que se anime a parirlo una vez más.

“¿Crees que debamos hablar de él como se habla de todos los muertos?” se preguntan las hermanas constantemente, haciendo de esta línea una anáfora que otorga musicalidad y ritmo al texto en su primera parte.

Conocemos el lamento de la madre de Lázaro por haber parido un hijo muerto. Su voz se expresa con un lirismo mineral que otorga propiedades físicas al sentimiento. “Miren mis lágrimas de mármol, mis pétreas lágrimas corriendo sobre cara dura”. La metonimia que permite adjetivar los sustantivos refuerzan la calidad del dolor “¡Miren mis lágrimas cantera, lágrimas basalto, lágrimas turquesa y ópalo! Duras lágrimas, más duras que la hora del alumbramiento”. Un hijo muerto que vivió veintiún años. Esta figura poética (oxímoron) sirve al autor para darnos las claves de su tesis. Nacer muerto es una de las paradojas más terribles de la vida. Sin embargo, ella lo reconoce al decir: “¿pueden pensar en el dolor callado, el supremo dolor de ver a un hijo que no es hombre, ni es signo, ni es delirio, un hijo que no existe pero que ronda como espectro, que a diario se disuelve y se entrega a una muerte sin entierro?”
  
¿No suena esto a la descripción del individuo anónimo en la masa, del cual habla claramente Ikram Antaki en su exquisito compendio de cultura El banquete de Platón? ¿O al perfil de El hombre mediocre, ese individuo mediano, sin ideales que obedece a la programación de la conveniencia que nos entregó José Ingenieros a principios del siglo pasado? ¿O al espécimen que mejor retrata al individuo contemporáneo, representado en la proyección Zombie que tan absurdo éxito ha tenido entre los más chicos?

La madre habla de la vida de Lázaro como de un sueño del que al abrir los ojos se despierta a un nuevo sueño para despertar en otro y en otro; y está cansada de parirlo mil y un veces muerto. Es el sueño de la inconsciencia, del automatismo, de la indolencia espiritual, de la no realización, de la desconexión total del Ser. Y eso, la madre lo perdona. Pues como ella dice: “Perdonar es dar la vida… Hoy es el día del perdón y reviven los muertos.”


 

Siguiendo el método de interpretación simbólica que nos enseña Alejandro Jodorowsky en Los evangelios para sanar, La madre es el Basto, que representa al sexo, la creación, y a la conciencia espiritual; el hijo, el Oro, el cuerpo, la materia a quien la madre le otorga la posibilidad de vivir en el amor, la verdad y la fe, la Copa. Y éste la toma. Quiere vivir. Así es que en la historia de Rendón, Lázaro resucita antes de que llegue El maestro para obrar el milagro. Ya no fue necesario. Ahora El maestro no puede demostrar su poder. Lázaro es el ego y todos los aspectos de la personalidad que no se construye para fines trascendentes, sino para la apariencia, para tener más que para ser, y apesta, se está pudriendo entre las hermanas (la razón y la duda). Pero el perdón, es decir, la aceptación de la conciencia, la elección del amor a la incertidumbre, en vez del miedo a la verdad, dan nueva vida a Lázaro. Dice Jodorowsky: “Todos estamos muertos. Mientras que algunos de nosotros no haya realizado su toma de conciencia, todos somos Lázaro muertos en descomposición, encerrados en una cueva bloqueada por una piedra.”

Hasta aquí la coincidencia del evangelio con el poema de Rendón. A excepción del tiempo en que se obra el milagro, pues de aquí en adelante el protagonista principal de los Evangelios es degradado por la conciencia representada en la madre de Lázaro, y condenado a muerte por propagar la mentira de su filiación única con Dios, “porque Dios es el hombre que ha dejado ya sus mitos”.
  

Aún así, convencida de que su hijo no ha renacido, sino que sólo ha despertado de otro sueño a una nueva muerte, insta a El maestro y a Lázaro a que salgan de la tumba y mientan a la multitud; que le entreguen el milagro que esperan, el mito que los sostendrá más de dos mil años sin vida, porque, dice la madre: “La mentira agarra a los muertos…que son los que no sirven, los que nunca fructifican. Son los arroyos secos, los libros nunca abiertos, los sueños no soñados, los silencios”.


   

Ahora es momento de abrir el libro y renacer en sus palabras al maestro Rendón, quien en esta obra nos invita a empoderarnos de nuestra condición humana; de la posibilidad de desarrollarnos como personas conscientes, y nos emancipemos de las figuras de autoridad que la mayoría de las veces sólo vampirizan el espíritu de los ingenuos, pues propagando una mentira como verdad, sólo pueden conducir a la muerte.

*según traducción.
José Manuel Ruiz Regil/ Analista cultural.
5 de abril de 2015 Casa del Risco, San Angel.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Sin anestesia, Happening en 5 movimientos



Escaleras imposibles, Escher


Por el lenguaje, que se parece a la sabiduría
El otro poema de los dones, Jorge Luis Borges
El hombre es cosa vana, variable y ondeable.

Michel de Montaigne

Primero. Crónica de un mundo creado a partir de un yo mutable.

Si tuviera que buscar una imagen visual para ejemplificar la estructura de un libro como Manual de Neurocirugía para Zombies, de José Miguel Lecumberri, editado por Inferno Ediciones, elegiría La escalera infinita, de Escher, o El triángulo imposible, pues creo que junto con el concepto Deleuziano de Rizoma, que Lecumberri toma prestado a la filosofía, es lo que mejor puede visibilizar la dinámica de posibilidades mutagénicas de los muertos en vida, pues siendo este modelo diverso, versátil y multidimensional, su desarrollo, en cualquiera de los casos, no va a ninguna parte.
  

Banda de Moebius
Pero el concepto de Rizoma no basta al autor para montar su teoría, sino que desde el inicio lo transforma, al darle una primera vuelta para convertirlo en Anti-rizoma, así como una banda de Moebius, en la que la cara superior siempre sigue siendo la cara superior, aún cuando esté debajo. Es decir, no será una estructura orgánica cuya capacidad de evolución devenga en una y otra forma, casi aleatoria, obviando la jerarquización artificial que la cultura impone a la naturaleza, sino que generará racimos de iguales, productos consumibles, hipnotizados, anestesiados, que en el fondo comparten una misma raíz, una individualidad humana deseante, frustrada, insaciable, que la misma masa usa para compactarse en la nada, desde el punto de vista del autor.
 
Segundo. El columpio de una dualidad que se sintetiza en el no ser.

En la dicotomía muerte-vida, espíritu-materia, inconsciencia-consciencia, territorio-vacío, deseo-consumo, Estado-Capital (en términos económicos, por supuesto) hay una intensa reflexión sobre El otro. Ese que es el mismo, diría Borges, pero distinto. El que, según Lecumberri, “ha perdido su inmanencia”. ¿Su inmanencia de qué? De lo humano, se entiende. El libro comienza con una declaración ontológica: “El ser humano es sus deseos”. Y en contraposición a eso luego José Miguel nos regala sendos párrafos de una prosa poética en los que de manera muy fecunda expone la idea de que el zombie es el no deseante, porque es, entre otras cosas, el cuerpo sin espíritu (parafraseando). “… Sólo un diletantismo de la vacuidad, una ciencia de la muerte y la credulidad, un conformismo que busca la enajenación de las demás auto-conciencias”. Pero, ¿no es acaso el deseo, precisamente, lo propio del cuerpo?

Para Lecumberri, sin embargo, el deseo del Zombie es “un conjunto de singularidades amalgamadas”. Y estas singularidades las explora con la imagen de la isla. Bajo estos principios especulares, nos adentramos en una atmósfera Carroliana (me refiero al autor de Alicia en el País de las Maravillas) de ilusión conceptual, semántica y formal que, por un lado, como dice Cynthia Pech en su Anfiteatro, que antecede al texto, es un reto de escritura y de lectura; y por otro asistimos a la transformación de una voz narrativa, que es la del autor, quizás, o la de un personaje ficcional, que de manera crítica renuncia a su humanidad para convertirse en zombie, para ser congruente con la tesis de que ese es el destino de todo individuo civilizado.

Esta paradoja sí es rizomática pues el discurso emana de una conciencia sumamente autocrítica que se asimila al objeto de su crítica para ser criticado a su vez, al tiempo que actúa acríticamente, como resultado de su nueva naturaleza. Un círculo vicioso de producción y consumo. Una contradicción. 



Andrés Cisneros, jmrr y Stephanie Lamadrid
Tercero. La marabunta es una colectividad que ilumina, si no oscurece.

El texto es multívoco, lleno de intertextualidades que apelan a la filosofía social, a la psicología, a la mitología, a la ciencia, a la literatura, en un ejercicio al parecer de escritura automática que filtra todas las preocupaciones del inconsciente del autor, como lo ha venido haciendo en El matemático negro, y H1, textos que conforman las dos primeras partes de esta trilogía en la que nos queda clara la convicción de Lecumberri de que el ser humano es y está destinado a ser una nulidad. Es decir a no ser. En esta obra el personaje es un zombie en esa transición en la que desea dejar de desear para ser deseado.

Todo este entramado conceptual sirve a la literatura para metaforizar una conducta social, digamos, reciente (al menos 100 años): La de la docilidad hacia el consumo acrítico de todo lo que el aparato capitalista ofrece como sentido y propósito de vida. En torno a este ser desespiritualizado hace un repaso histórico de la escritura, desde la Epopeya de Gilgamesh hasta los intelectuales orgánicos del momento, pasando por el concepto de piedad, exilio, indigenismo, feminismo, machismo, otredad, sexualidad, salvación, mediatización, identidad, control, canibalismo, imperio, degradación, en una dialéctica de voces que va de la omnisciencia narrativa que habita el espacio teórico y poético del lenguaje, a la primera persona auto-referencial en presente que rompe el discurso con intervenciones cotidianas y domésticas del tipo: “Otro cigarro que se fuma el aire. Salgo a comprar más delincuentes. Vuelvo y despejo el escritorio. Prosigo.”




CLV Y JMRR

Cuarto. Del Cogito ergo sum al compro luego existo y viceversa.

El título Manual de Neurocirugía para Zombies es muy atractivo, pero su contenido seguramente decepcionará a más de uno, pues lejos de encontrarse con un texto, en el mejor de los casos, satírico, a la manera en que Cortázar tramó sus instrucciones, o con una serie de indicaciones quirúrgicas para enfrentar al “hito de la pandemia”, como él lo llama, uno se topa con un ensayo que gira sobre sí mismo queriendo construir un mecanismo filosófico como una torre de Jenga, cuyas inconsistencias lo derrumban constantemente. Se engolosina en la crítica y en el juicio histórico y político con un absolutismo poco real que abarata el ímpetu poético que lo anima, pues ni el sistema es todo lo malo que plantea, ni el individuo es tan imbécil como supone. Prueba de ello es, al menos, el pequeño grupo que aquí se reúne -creo. Y menos ahora cuando el consumidor es un producto altamente sofisticado, crítico y exigente, con un conocimiento profundo de sus necesidades y de lo que se ofrece para satisfacerlas. Si esto no es la mayor expresión del sujeto deseante, y al tiempo, desde la perspectiva budista, del mayor de los sufrimientos, no sé dónde encontrar otro ejemplo. Con esto quiero apuntar un primer argumento contra la tesis apocalíptica de que el destino de todo individuo civilizado es volverse zombie, y rebatir la afirmación de Cisneros de la Cruz cuando dice en su ensayo sobre el libro Manual de Neurocirugía para Zombies. Determinación y predeterminación de la muerte (asumir el destino, un tema literario) que “a diferencia de los otros textos de Lecumberri, éste trasciende la contemplación y se vuelve acción”. Sí, en lo interno, en esos ríos subterráneos que ofrece la literatura; en la ficción y el personaje omnisciente que muta en otro él; sí en el ritmo y la búsqueda de estilo que crea una musicalidad a veces tropezada, a veces tartamuda, y otras vibrante y explosiva. No en cuanto al lo exterior. Sigue, como el modelo de Escher, estático, regodeándose en la descalificación de un modelo de sociedad donde el individuo auto-regulado, como una individualidad interdependiente, y organizada sí tiene la posibilidad de crear una voz consciente. No todo está perdido, quiero pensar. Siento. Deseo.




Salvador Chávez y jmrr

Quinto. La casa del lenguaje es el seno donde se urden las conciencias.

“La escritura repara lo roto”. Esta afirmación de Lecumberri es un bálsamo que urde las tramas de los argumentos en este ensayo-poema-delirio, que a veces pareciera no tener ni pies ni cabeza. Celebro momentos de brillantes astucias literarias, como las nombraría Ricardo Garibay, (La savia de pétrea musicalidad) y lamento otros en los que la sintaxis es un fárrago cuyos retruécanos lejos de despejar las sombras e iluminar, ensordecen, oscurecen, empañan la comprensión de los conceptos, crípticos, de por sí. Me encanta la mención a la correctora de estilo, sobretodo en ese párrafo donde dice: “Sin unidad temática ni coherencia discursiva. Prosigue. Y luego dice “Este libro no tiene finalidad alguna. Es como su autor, completamente desatinado. No tiene centro ni márgenes, como el universo. Es una aleatoriedad desmedida. Prosigue”. Y uno sabe que esto, más allá de una autocrítica, es un guiño formal, un acto poético dentro del propio poema, que trasciende la doxa.


   
con asistentes a la presentación
Fuera de los títulos de los apartados en los que divide su panfleto, y lo digo en el mejor de los términos, es decir, ”Escrito breve o impreso de carácter satírico y agresivo que se utiliza como medio de combate en polémicas ideológicas o literarias o como medio de difamación”, la alusión a una técnica quirúrgica para intervenir el cerebro del ente en cuestión, es decir, el zombie, brilla por su ausencia. Es decir, más allá de la autoinmolación que acaba con el mismo personaje transformándose de víctima en verdugo no hay una propuesta, salvo la escritura misma, claro, que redima esta pandemia. ¿Acaso la conciencia?

   



José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural, Arte Duro Gallery, Curators & Dealers.

sábado, 7 de febrero de 2015

Evocaciones de un caminante

Por Hortensia Carrasco Santos


Hortensia Carrasco, jmrr, André Cisnegro en C C Cerrojo
5 de febrero de 2015

Hacer un poema o varios cuyo tema sea la ciudad creo que tiene que ver con si se le ama o se lo odia, aunque cualquiera que sea el sentimiento, el poeta elige los versos que mejor plasman sus evocaciones. Es ahí donde comienza el viaje y es a partir del primer verso que el lector comienza a ser parte de un recorrido literario que lo hará sorprenderse porque siempre una ciudad guarda otras dentro de ella misma.

Y es que muchas veces la urbe nos expone a quedarnos perplejos ante sus maravillas o a quedarnos acongojados ante toda su fealdad; sin embargo, el hecho de que siempre exista en las grandes ciudades una situación desagradable no es una limitante para tener una visión amorosa sobre ellas.
  
Por ejemplo, Italo Calvino, en su libro Las ciudades invisibles nos muestra un acercamiento a aquellos viajes que emprendió Marco Polo y que daba cuenta a Kublai Kan, hijo de uno de los más sanguinarios gobernantes del imperio mongol. Pese a ser también un dominador del mundo el heredero de ese gran imperio escuchaba a Marco Polo con gran interés pues el viajero hablaba de ciudades maravillosas en las que a su vez parecía imposible habitar. Sin embargo, el mismo Calvino expresa que a pesar de que es cada vez más difícil vivir las ciudades no impide escribirles un poema de amor.

Por su parte el poeta Constantino Kavafis decía que “la ciudad te seguirá donde quiera que vayas” y me parece que al menos en poesía pocos son los poetas que no han hablado de la ciudad en un poema o en un libro completo.

En México, desde los tiempos prehispánicos se sabe de algunos poetas que le cantaron a sus ciudades, tal es el caso de Nezahualcoyotl, cuya sensibilidad estética lo llevó a plasmar el tema tanto en la arquitectura como en la poesía.

Tiempo después y ya en el Virreinato, Méndez Plancarte afirma que “la Nueva España matizó sus frutos con la savia y el aire nuevo de sus temas históricos o descriptivos, alusiones locales y costumbristas, mexicanismos y rasgos del naciente carácter propio de sus gentes, dando al conjunto de la poesía cierto sabor y tono mexicanos. Las loas a la ciudad de México ocupaban una parte de la poesía del siglo XVI.

La ciudad como veta escritural hace posible que surja poesía de diferentes tonalidades, es decir, según la vivencia urbana habrá poesía social, lírica, erótica, amorosa, entre otras y cuyos representantes forman parte de una lista que sería muy difícil poder citar, sin embargo podemos recordar por ejemplo a Efraín Huerta a José Emilio Pacheco, Dolores Castro, José Revueltas, Carlos Pellicer, Leopoldo Ayala, entre muchos otros.
  
Hortensia Carrasco y jmrr
Pero ahora de las que nos ocuparemos es de la poesía escrita por el poeta José Manuel Ruiz Regil, de quien hoy tengo otra vez el enorme gusto de presentar su libro titulado Testamento del caminante, editado por la editorial Versodestierro.

Vicente Quirarte ya hablaba de la capital mexicana en su ensayo Un testamento de la ciudad romántica, el cual quiero asociar con la visión cotidiana y amorosa de Regil. En el mencionado ensayo, Quirarte proporciona imágenes de la vida cotidiana a partir de algunas experiencias del poeta Manuel Acuña, quien caminó por las calles del Centro Histórico tantas veces antes de su suicidio en 1873 y cito lo siguiente:

“El 10 de diciembre de 1873, la plaza de Santo Domingo se reanima con los olores que llena el aire cuando abren sus puestos los vendedores de heno y paja, de soles y lunas de estaño”.

Eso sucedía en aquellos tiempos y en el ahora Regil, con sus poemas nos remite a otro tipo de olores, aquellos que dejan las personas que forman parte del poema Los gritones: tenemos entonces el olor del garrafón de agua electropura, del periódico, del gas, de las gorditas y peneques y de los tamales oaxaqueños.
   
Retomando el ensayo de Quirarte, este nos dice que “la ciudad que el poeta Manuel Acuña contempla, tampoco era segura, sobre todo por las noches, de hecho en octubre de 1873 se logra la captura de Jesús Arriaga, mejor conocido como Chucho el roto”.

Era otra época, sin embargo hay situaciones que son propias de la ciudad y es ahí donde el poeta tiene que comprender a esta capital a través de los vaivenes del tiempo. Regil recorre la urbe o la ur-bre como él le llama y trata de conocerla y cuidarse de no colocarla en sus poemas como mera anécdota sociológica, o preocuparse por la persecución del coloquialismo, pero sí pone atención a las trivialidades de la vida cotidiana haciendo que estás trasciendan transformadas en versos.
  
The Big Band Poet.
No obstante al poeta lo que más le interesa es el aspecto íntimo de la vivencia urbana pero también la ciudad marginal, ese arrabal que nos jala para poder convertir a todos esos animales urbanos que a diario observamos ya sea a pie, en bicicleta, descalzos o con los zapatos desgastados, en formas e imágenes literarias que darán cuenta de hechos truculentos o hechos maravillosos.

José Manuel Ruiz Regil nos hace ver que el Distrito Federal es un sitio que está saturado de automóviles, por lo que se tiene que caminar para conocerlo y vivirlo, ya no solo a golpe de calcetín sino a golpe de cayo o grieta. Cito:

“Cuando camino, mis ojos se deslumbran entre tantas raíces y mi horizonte se ofrece lejano todavía, no tengo más remedio que abrazarlo”.
  
Alberto Cerrojo y jmrr
Es muy probable que cada libro de poemas a la ciudad sea también un registro al que puedan acceder no solo los lectores para su disfrute, sino los cronistas, los historiadores y los investigadores, para de ese modo sabe cómo es la ciudad a través del tiempo y las preocupaciones, alegrías, sufrimientos, manías, desamores, de la gente que la habita.

En Testamento del caminante queda asentada una forma de vida de la ciudad de México a principios del siglo XXI, que no es igual a la del siglo XVI, tiempo en el cual la ciudad “era una niña que apenas balbuceaba”. Ahora la ciudad es “la enorme vagina que anida racimo de las especies”.
   
Arte Duro en Cerrojo
No es la misma que amó y odió Efraín Huerta, es un lugar más odiado y más querido. Tampoco es la misma ciudad que Jack Kerouac recorrió y a donde vio lo más grotesco e ínfimo de la naturaleza humana, no es ese eje central que el poeta Beat caminó bajo el influjo de las drogas y el alcohol y que después retrató en su libro Tristessa.

Esta ciudad es otra en las palabras de un caminante que se decidió a inaugurar nuevas rutas de viaje, son las evocaciones de un poeta que sabe que con todo lo que sucede en ella deberíamos odiarla, pero sabe bien que la ciudad se repite pero con otras gentes, con otros nombres, que la prostituta con quien compartió Kerouac, se ha repetido en tantos sitios, porque en la Merced, en el Eje Central, en Garibaldi, deambulan a diario las Tristessa; así como los Chucho el roto, y que mientras haya fuentes habrá niñas bañándose y mientras haya una ciudad habrá otras, muchas ciudades dentro de ella esperando que un viajero, un explorador, les cante.



Leer el comentario sobre este libro, de Adriana Tafoya, la editora, leído el 20 de agosto de 2014 en el Foro Cultural Martí. .Aquí
Leer el comentario sobre este libro, de Juan Carlos Castrillón, leído el 20 de agosto de 2014 en el Foro Cultural Martí. Aquí.

jueves, 22 de enero de 2015

Arrebatos de la memoria

El beso, Bernini.

Por encima de los deslices eróticos que promete la novela, que a decir del género es una sucesión de cuentos independientes inspirados en los rasgos de personalidad de los héroes históricos, y cuyo conjunto no entrega ninguna historia entreverada más que la del apabullado destino de México (por si fuera poco), las anécdotas de alcoba no son para escandalizar a ningún lector consuetudinario que se haya revolcado en las páginas de Miller, Bukowsky o Beigbeder, por citar solo algunos hijos del complejo Fitzerald, de donde surge también el trabajo malicioso del Mexicano Enrique Serna o la sublime prosa poética del erotómano Alberto Ruy Sánchez, o de tantos otros que, lejos de pretender escandalizar, renombran el sexo y sus múltiples maneras.

Que un servidor público, político o ideólogo tenga exaltaciones sublimes, amores imposibles, deseos de poseer a otro, debilidad por las mujeres, por los hombres, o por ambos; pasión por la carne y sus fluidos, exabruptos lascivos, aproximaciones venéreas dentro, sobre, cabe, contra, ante, bajo por o fuera del matrimonio, a favor o contra natura, no es extraordinario dentro de la zoología que ofrece la condición humana, y no por ello dejan de sorprender, reflejar, agradar, confrontar o estimular las imágenes que ofrecen las detenidas descripciones de Martín Moreno.

Con esto quiero decir que si bien la inserción de estos pasajes constituye un atrevimiento preciso por la irreverencia histórica que representa –lo cual resulta sumamente terapéutico para el exceso de sobriedad y ceremonia con que tratamos la mentira oficial-, no debería ser (y no lo es, de hecho) el punto más destacable de la obra, sino la seria y profusa documentación, el análisis y la contextualización que relato a relato el autor entrega para que el lector arme los episodios de su propia historia; la de todos los mexicanos, comprendiendo el antes y el después, aun cuando los personajes se hallen tan separados en el tiempo como lo están José Vasconcelos y Sor Juana.

Esta distancia histórica da tiempo a que el lector se reponga de un primer horror para entrar al siguiente e identificar los patrones de conducta idiosincráticos que invariablemente desembocan en la misma tragedia. Como una noria que se cansa de dar vueltas siempre en el mismo sitio, sin moverse apenas un poco en el país del no pasa nada.

Cada capítulo es un ensayo-ficción que funciona de manera independiente y a la vez aporta a la visión general, lo que hace a la obra actual y fácil de leer de muchas maneras. La estructura y tratamiento de cada ensayo obedece a un vicio de carácter de cada personaje en cuestión. La voz narrativa es consecuente con su propia historia. La de Maximiliano es contada por Carlos Bombelles, quien resulta ser su amante desde niño y acaba siendo chaperón custodio de Carlota en su exilio.

Porfirio Díaz es juzgado por Dios, ante quien no tiene grandes posibilidades de justificación. En el juicio al todopoderoso, el uso del narrador omnisciente es divinamente inapelable.
El caso de José María Morelos y Pavón, revela a un ser humano entrañable. Una confesión en primera persona que revela al verdadero autor intelectual de la lucha de independencia, y lo rescata como persona que obedece a ilusiones, miedos, sueños y equivocaciones, muy humanas.
Francisco Villa se debate con su conciencia. Doroteo Arango le echa en cara las innumerables barbaridades que no puede soslayar su memoria, creando un limbo donde se debate entre el cinismo y la culpa.

A pesar de la imagen áurica del Ateneo, los documentos entregan a un José Vasconcelos fascista, decepcionado de los mexicanos –como todo el que ha apostado a la educación y la cultura en este país-, cuya tormentosa relación con María Antonieta Rivas Mercado posibilita su ascenso a la candidatura presidencial. ¿Imaginarse al maestro de la juventud liado con Hitler o Goebbels? eso sí matiza mucho el busto broncíneo del prócer.

Otro de los textos más logrados, llenos de lirismo y verdad histórica es el de Sor Juana Inés de la Cruz. La voz de su alter ego, la Condesa de Paredes, esposa del Virrey, es quien narra esta historia enclaustrada de amor al amor y amor a las letras. En la correspondencia de una a la otra denuncia al autor intelectual y material de la muerte de la décima musa: su propio confesor. Moreno traza una monja sensual, extática, sublime, arcangélica, dedicada al conocimiento y con una pasión imposible. Denuncia en voz del poder el escarnio y la injusticia producidos por la envidia de los inquisidores, y traza la pureza de un amor platónico apenas realizado en la carne.

La obra de Francisco Martín Moreno arrebata exclamaciones de sorpresa, indignación, coraje y pena sobre lo que es y ha sido la historia de saqueo físico, moral e intelectual de este país. Es muy importante que la gente común y corriente, no solo los especialistas, historiadores y estudiosos, conozcamos y entendamos la correlación de estos hechos, salpimentados con algunas anotaciones lúbricas sumamente palatables, para tomar en cuenta que la gente en el poder goza y padece de los mismos apetitos que los demás, sólo que tienen más posibilidades de satisfacerlas, muchas veces a costa de la confianza, el abuso e incluso todavía, con el consentimiento innoble del pueblo.

Por mi parte agradezco el interés en la historia que la obra de este autor despertó en mí, lo que no lograron mis maestros en su momento. Continúo con el resto de sus libros aprendiendo de su agudeza para el detalle, la capacidad de crítica y denuncia, y la frescura para cuestionar a quienes llevan el destino de este país atado a la cintura.

De "Historia de mis libros"


Cósimo, poeta




Cósimo, el barón rampante.

 Novela maravillosa del escritor italiano Italo Calvino: "El Barón Rampante". No sé cómo no se ha hecho una película basada en esta obra, sería preciosa. Toda ella es un poema. Cosimo, el personaje principal, decide subir a los árboles a la edad de doce años, y no bajar nunca. Pero desde las altas copas, de una rama a otra, crece, ama, lucha, viaja, piensa. Sobre todo ésto último. Su vida se convierte en un acto de rebeldía hacia la humanidad, que es la esencia del acto poético.

Encaramado en las horquetas hace frente a las más simples complicaciones que impone la fuerza de gravedad, el clima, los animales. Redacta leyes, lee muchísimo, y con el tiempo se gana la confianza de los habitantes de la comarca de Ombrosa. Su actitud es una lucha pacífica contra la necedad de vivir "con los pies en la tierra", del orden, aparentemente lógico, de las cosas. De esta forma vence -convirtiéndose en su principal amigo y guía literario-, al ladrón más temido, derrota a los piratas, acaba con la amenaza de los lobos, es admirado por Napoleón, combate en la revolución; todo, sin bajar un solo pie.

Viejo y enfermo, desaparece trepándose al ancla de un globo, que pasaba rozando la copa de un pino. En su tumba se lee : 'Vivió en los árboles, amó la tierra".

La historia es narrada por su hermano, quien recuerda, ya en su vejez, la vida de el Barón, que es una exaltación de ética, de amor propio, de voluntad. Una forma singular de decir a los hombres de la tierra que vuelvan el rostro a las alturas, hacia lo elevado; una metáfora de la humildad, la sencillez, que exigen los más altos valores de la persona.

Si Erasmo elogia a la locura como la forma de afrontar la realidad de la vida, Cosimo supera el delirio y hace de su vida la más cuerda y temible poesía. 

José Manuel Ruiz Regil, 1994.
Analista cultural.

Carretera libre al corazón o huellas sobre el asfalto de la conciencia

"Recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar 
había declarado que los espejos y la cópula son abominables,
 porque multiplican el número de los hombres."
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Jorge Luis Borges.

Foto: Michelle Wells.

¿Será el amor una proyección que hacemos de núcleos ideales propios en el otro; y el enamoramiento, una forma de gratitud que mostramos al amado, en correspondencia de aquella revelación? ¿Hasta dónde funcionamos como espejo de las expectativas de los otros, y los otros de las propias, y en qué forma el tiempo determina el cambio, rumbo y percepción de estas expectativas? Quizás una respuesta o mayores preguntas al respecto encontremos en el libro Insolente clamor del espejo de Lina Zerón, editado por VersodestierrO.

El arte supone una pregunta constante que a su vez se responde con otra pregunta mayor. En la medida que el oficio se depura las respuestas que obtiene el artista contribuyen a desvelar interrogantes más bellas.

Si este libro fuera cine, sería una road movie sobre la carretera del amor. Y en cada estación, en cada motel, curva y recta la voz de la protagonista, en este caso la conciencia poética, reflexiona sobre lo andado y fantasea sobre lo que vendrá. A ratos rinde homenaje a esos encuentros furtivos, a las presencias constantes, a las ausencias deseables, y a ratos estalla en arrobamientos al cuerpo, a la comunión y al sentido de ser a través del otro. Pero hay, entreverado, un desaliento, una profunda decepción, una daga clavada a la que canta en nombre propio y en el de todas las mujeres. Esa profunda huella de desprecio, esa minusvalía auto-infligida por el propio género, y por supuesto, el canto protesta a la humillación y a la falta de respeto ejercida por el otro, -por el hombre, hay que decirlo- advenedizo del placer y los mimos; déspota verdugo representado en el novio, el esposo y el padre, del que, como en un exorcismo de palabras, la poeta se libera y deja atrás, limpiándose las trazas de sometimiento que antes marcaron su piel. El poema Gracias, dedicado a Guadalupe Palacios, su abuela, deja claro este argumento.

Así podemos abordar este poemario a la vez que como un testimonio de emancipación, como un ejercicio de sublimación del dolor, a través del espejo del tiempo. Me parece que el poema Estilo resume las cualidades de la búsqueda total y el tono de este abordaje.

Estilo

Me despojo de los prejuicios
Y trepo desde el pozo del desaliento,
Armada de valor me enfrento al espejo
Y logro que aparezca esa otra. Yo,
Mi verdadero reflejo.
Sedienta ahora de vida recojo los rostros
Y acepto el irrespetuoso paso del tiempo.

Esta asunción permite a Zerón deambular por los meandros del erotismo, de la poesía social, de la ciudad como espejo de identidad, del crimen y la corrupción, así como del ideal histórico que funda la nación. Segura de su linaje y de su madera poética, al margen de esas llamaradas efímeras de talento sin oficio que buscan usurpar el puesto de la verdadera poesía. Así lo trasluce en su poema Desecho de astilla. Cito un fragmento:

Yo estoy hecha de maderas finas
y detecto cuando alguien es desecho de astilla.

Pedro Salinas, poeta español de la generación del 27 define la poesía como un ahondamiento en la realidad, «una aventura hacia lo absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino: eso es todo». Reduce a tres los elementos de su creación: «Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio».

El poemario de Lina Zerón cumple con estas tres características. Y quizás sea en Desconsuelo, donde increpa a Dios sobre su suerte y se plantea como posible razón de su tormento el miedo a no poder valerse por sí misma, donde se vea con mayor claridad esta trinidad:

Tal vez seas flama desprendida del sol
Y yo ciego espejo incapaz de reflejarte.

La poesía de Zerón es elocuente, musical, y está escrita en versos de arte mayor. Se adivinan ecos de Garcilaso y su dolorido sentir, y de Sor Juana, lo mismo que comparte ritmos y retóricas con algunos otros poetas contemporáneos como Oscar Wong o Silvia Pratt en cuanto a la arquitectura de sus poemas, y cierta afinidad en la profundidad de sus emociones con Enriqueta Ochoa o Enrique González Martínez. Pero esto es sólo una intuición que me viene de una primera lectura de la que brotan mis propias referencias personales. Sin embargo, esta aparente sencillez está sustentada en un profundo dominio del arte poética, evidenciado en los versos endecasílabos, alejandrinos y pentadecasílabos que sustentan la inclusión de estructuras menores donde recurre a la aliteración con jazzísitica maestría, como en Nada

Nada es sin ti,
Nada en la nada
Mi nada perdida naufraga
Sin ti.
La ola nada sobre nada
Sin ti sola la ola
Nada.

Los poemas eróticos declaran un arrobamiento carnal y amoroso que brota de la admiración, de la idealización, incluso, del amado. En ellos la temperatura del aire sofoca al resto del mundo para concentrarse en el espacio-tiempo del abrazo y del contacto. Continuando con la metáfora del road movie estos momentos son atmósferas concretas donde la piel es la protagonista. A la manera de Betty Blue. El beso, el sudor, el espasmo. La intimidad de los amantes bebiéndose a borbotones. En ellos se trasmina el sonido de una trompeta a la Miles Davis y la voz poética se entrega, plena a narrar sus sensaciones, como lo hace en Cumbre

Sometes mi cuerpo a dentelladas
poco a poco llegas hasta mi cumbre
abriendo camino con tus labios de seda.

En otros momentos despliega la destreza comunitaria para abordar una zona de curvas cerradas muy peligrosas, como en el poema Mujeres, que es una apología de la feminidad, Moradas mariposas, o Diva perversa, poemas en que borda el coraje de la fuerza femenina y se levanta para construir una columna humana de dignidad frente al escarnio inaceptable de la realidad, y al aliviarse del vértigo en que podía sucumbir declara:

Vomité tu nombre en la siguiente esquina

Más adelante, con las manos puestas al volante y el acelerador al fondo transita largas y delirantes rectas en las que parece imposible arribar al horizonte, y no queda más que asirse a los lados del camino

Estoy agotada de vivir al borde de mis suspiros.

Y para ello la poeta escribe, tira al asfalto puñados de palabras que son como lazarillos que le indican por donde seguir. Y así, entregada con fe al oficio conduce el carro de su destino convencida de que será la poesía el único mapa sobre el que habrá de resolver los enigmas de la existencia y cuya huella habrá de plantar a sus lectores rutas nuevas que seguir. Aceptemos la invitación de este Insolente clamor del espejo, dejémonos seducir por la ráfaga de su canto

Anda, atrévete a enfrentar el presente
te invito a irnos juntos al diablo.



José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural.
arteduro.dealers@gmail.com
De "Historia de mis libros"
Hablar de libros.

De mitos, origen y destino*



Edición VersodestierrO.
“El camino de los libres es el del precipicio”
Silvia Zambrano



Qué lástima que haga tanto calor este medio día, porque para leer Cinosargos, de Silvia Zambrano que presenta felizmente la editorial VersodestierrO, y disfrutar toda la carga mitológica que cada uno de sus poemas entraña, habría que cubrirse el cuerpo con una buena piel de oso, o de lobo blanco; embozarse el rostro con una piel de visón, o con una tupida barba pelirroja, mientras se escucha una danza vikinga al vapor de un vino caliente, y dejar que toda la genealogía germánica, de la zona ártica, del mar del norte, de los bosques de Noruega, Suecia, Finlandia o Dinamarca invadan los ojos y la fantasía.

Este poemario, cuyo título guarda una sonoridad canina y nos remite a la Grecia del siglo IV a.c. con Antístenes y Diógenes, a quienes la sociedad de su tiempo calificó de “perros” o “aperrados” (Kyion, perro, de ahí kynikos, cínico) por llevar al extremo su idea de libertad y desvergüenza; por llevar la ironía socrática al sarcasmo y pretender ser como tábanos, tratando de despertar a sus contemporáneos para forzarles a reflexionar, comienza contando la Historia del perro blanco (vida y mitos), donde la autora plantea una dicotomía de valores entre la luz y la oscuridad:

Para conocer el astro/ sólo deseo perderme en lo negro/
así como entre la anarquía y la estructura formal en la que la métrica elegíaca, que combina hexámetros y pentámetros según la tradición, deambula entre varias mitologías. De este modo cita con total asimilación de los mitos nórdicos las sagas Nibelungas, Artúricas, Órficas y Eleusinas como si se tratara de un álbum de estampas épicas de familia, descripciones que elogian, inquieren o recuerdan, como escenas de tapices antiguos en donde puede leerse el inframundo; anticipaciones, prefacios y conjuros; prólogos a la imaginación. Una apología épica de modernidad insospechada, pues, lo advirtió Jorge Luis Borges en Antiguas Literaturas Germánicas, (FCE, 1951) “La influencia germánica durante los primeros siglos de nuestra era es desconocida casi en absoluto para el lector de lengua española”. Esto añade, al tono del libro un elemento de rareza que lo distingue.

Como lo hicieron los Escaldos hacia el año 1000, poetas de conciencia literaria e intención creadora, que evolucionaron las formas de la poesía bajo el influjo de los celtas de Irlanda y de los latinos, combinando la asonancia y la rima con la antigua aliteración, Zambrano labra una musicalidad en sus poemas que permite al lector tomarlos como el mascarón de proa que habrá de guiarlo a puerto seguro en la armonía de su construcción y sus conceptos.
Un movimiento acecha la espesura/ es dactilado áspero hierro/ es el reptil escualo cuchillo/ que decanta ácido/ que desciende negro
Los escandinavos crearon, o desarrollaron, la cantilena épica (kvitha), el poema genealógico (tal), la canción de alabanza (drapa), las encantaciones (galdr), el poema dialogado (mal) y el cantar (liod). Y es importante recordar que sobretodo, estos poetas, los Escaldas (poetas cultos escandinavos) utilizaron como unidad poética la Kenningar, voz derivada del Noruego Kenna, que significa conocer, Kenning, nombrar. Metáforas idiosincrásicas con las que los vikingos describían la realidad. Cundieron en el año 100. Por ejemplo, para referirse a la lengua decían “espada de la boca”; El mar era el “prado de la gaviota”; la espada era la “vara de la ira”; la poesía era el “licor de Odín”, por poner unos ejemplos. Es decir, se tomaba una parte significativa que representara al todo de lo que se nombra. Con esta misma idea de construcción la poeta crea su sintaxis:

En el poema Un hoyo negro hay un ejemplo, dice: “Mira como implota la estrella/mira cómo la piedra/ se hace túnel/ puerta de caverna”.
En otras piezas encontramos imágenes como Plomo aéreo para referirse a la bala de la catapulta, Saeta de agua, Ahuja de plata o Astilla de luz, para nombrar una chispa de fuego o un cometa; en otro más Lobo albino que desciende de los neuros; en otros, El poeta de la lira, el vástago de la musa, el eremita del cielo. Incluso al usar una sola palabra como cuando dice el Estilita, el etíope o el Estagirita, el metalenguaje rebasa la alusión historiográfica para dar un nuevo significado a la imagen del verso.

Por otro lado hay que recordar que el centro estructural de la mitología nórdica está asentado en el símbolo del árbol, Yggdrasill, el fresno sagrado donde brota la vida en su dualidad complementaria. Este árbol celta cuya base contiene 9 mundos que se cruzan, se yuxtaponen, se encuentran y se desencuentran tiene 3 raíces principales: Helheim, que llega al caldero donde se origina la vida; Midgard, donde están los manantiales, y Asgard, la morada de los dioses. Pues anclado a estas tres raíces nutridas del magma cósmico está Cinosargos, y a través de su evolución crea puntos de contacto entre el inframundo, el mundo terreno y el mundo celestial. Las ramas y las hojas de Yggdrasill, silban a coro y únicas en cada poema al nombrar La colina de Tara, el Samhain, la melodía de Aillen; al guerrero Beowulf, a Grendel el dragón, al dios Dagda; a Sigfrid y a su espada Balmung, la runa de Odín o a la princesa Kriemhield haciendo un filtro de amor; Esopo, las Valkirias y un Dólmen; Arturo, Vinland, Tristán, Orlando, Baco, Dionisios, Lohengrin, entre otros.

La tercera parte del libro, Jano sueña, anunciada como un himno, sintetiza todavía más la postura cínica de Diógenes quien se proclamaba ciudadano del mundo y no de una sola ciudad, y con ese pasaporte de cinismo, Zambrano cruza las fronteras geográfico-temporales y borda una colcha de parches policromos en que los mitos se entreveran en una lectura actual y contemporánea que sintetiza y rescata los valores mítico-históricos para construir al héroe del presente, poligonal; fractal, diríamos ahora.

Cinosargos es un libro único en su género. Se distingue porque su tema es tan universal como el collage de folclor con que golpea en la cara al vacilante lector, sacudiéndole sus más oscuros arquetipos, y a la vez está escrito desde una individualidad tan personal y subjetiva, desde una lectura tan íntima de las sagas que invita a revisar los cantos fundacionales no sólo de la literatura escandinava, sino de todas las literaturas y actualizar los valores con los que construimos a los héroes –si es que aún queremos construirlos-; restallando armaduras axiológicas, para nutrir las batallas del presente, tanto con los semejantes, como con los demonios internos, lo mismo que con entidades celestiales de extraordinaria luminosidad.

Sólo heredando la lección de los cínicos podremos romper las barreras mentales que compartimentan el conocimiento y los límites de la forma para acceder a una suerte de mitología comparada y práctica, que permita al individuo de hoy, nutrirse con la posibilidad de perfección, fuerza y poder que inspire las nuevas Sagas de los próximos tiempos, pues el cambio de orden es ya inminente y no se ve en el horizonte un basamento fantástico que sustente el origen del nuevo caos.

Me llama la atención la última sección del libro titulada Haikús, pues el brinco meridiano nos cambia de tono y ritmo. Dejamos atrás las Sagas, de Sag, say, decir, para abordar otra tesitura poética cuya única afinidad que mantiene, desde mi punto de vista, es el reino de la naturaleza. Esta forma japonesa que propone cantar el instante en un instrumento medido de versos de cinco, siete y cinco sílabas construye un estanque plácido para digerir en bellas y suaves pinceladas revelaciones sutiles del ojo, como fotografías macro hechas a gran velocidad en las que se puede apreciar el instante que escapa a la mirada ordinaria, distraída.

Sin dejar de reconocer la habilidad de la autora para el manejo del Haikú, me hubiese sido más orgánico evolucionar las Kenningar a su segundo o tercer grado como sugiere el Hattatal (recuento de estrofas) de Snorri Sturlusson para mantener la unidad formal.

Bienvenido Cinosargos de Silvia Zambrano. Bienvenidos los mitos que nos expliquen de otra forma, ya no el origen del mundo y sus misterios, sino sus devenires y anhelos, como lo hace esta escalda moderna, quien declara triunfante ¡Hoy he visto el astro!


Odin
Viejo dios del norte
que camina por el bosque
solo
mirado por los silfos
oye
y en ecos reconoce que lo arrullan
los cantos de los nixos
cierra el ojo único
para buscar el descanso
que da la brisa
cíclope de conocimiento
una siesta breve
a la sombra de los tilos
(sueño de valquirias)

Pág. 35.


*José Manuel Ruiz Regil. Analista cultural.
Texto de presentación del libro Cinosargos, de Silvia Zambrano leído en la explanada del Foro Cultural José Martí el 12 de abril de 2013.
De "Historia de mis libros"