jueves, 22 de enero de 2015

Arrebatos de la memoria

El beso, Bernini.

Por encima de los deslices eróticos que promete la novela, que a decir del género es una sucesión de cuentos independientes inspirados en los rasgos de personalidad de los héroes históricos, y cuyo conjunto no entrega ninguna historia entreverada más que la del apabullado destino de México (por si fuera poco), las anécdotas de alcoba no son para escandalizar a ningún lector consuetudinario que se haya revolcado en las páginas de Miller, Bukowsky o Beigbeder, por citar solo algunos hijos del complejo Fitzerald, de donde surge también el trabajo malicioso del Mexicano Enrique Serna o la sublime prosa poética del erotómano Alberto Ruy Sánchez, o de tantos otros que, lejos de pretender escandalizar, renombran el sexo y sus múltiples maneras.

Que un servidor público, político o ideólogo tenga exaltaciones sublimes, amores imposibles, deseos de poseer a otro, debilidad por las mujeres, por los hombres, o por ambos; pasión por la carne y sus fluidos, exabruptos lascivos, aproximaciones venéreas dentro, sobre, cabe, contra, ante, bajo por o fuera del matrimonio, a favor o contra natura, no es extraordinario dentro de la zoología que ofrece la condición humana, y no por ello dejan de sorprender, reflejar, agradar, confrontar o estimular las imágenes que ofrecen las detenidas descripciones de Martín Moreno.

Con esto quiero decir que si bien la inserción de estos pasajes constituye un atrevimiento preciso por la irreverencia histórica que representa –lo cual resulta sumamente terapéutico para el exceso de sobriedad y ceremonia con que tratamos la mentira oficial-, no debería ser (y no lo es, de hecho) el punto más destacable de la obra, sino la seria y profusa documentación, el análisis y la contextualización que relato a relato el autor entrega para que el lector arme los episodios de su propia historia; la de todos los mexicanos, comprendiendo el antes y el después, aun cuando los personajes se hallen tan separados en el tiempo como lo están José Vasconcelos y Sor Juana.

Esta distancia histórica da tiempo a que el lector se reponga de un primer horror para entrar al siguiente e identificar los patrones de conducta idiosincráticos que invariablemente desembocan en la misma tragedia. Como una noria que se cansa de dar vueltas siempre en el mismo sitio, sin moverse apenas un poco en el país del no pasa nada.

Cada capítulo es un ensayo-ficción que funciona de manera independiente y a la vez aporta a la visión general, lo que hace a la obra actual y fácil de leer de muchas maneras. La estructura y tratamiento de cada ensayo obedece a un vicio de carácter de cada personaje en cuestión. La voz narrativa es consecuente con su propia historia. La de Maximiliano es contada por Carlos Bombelles, quien resulta ser su amante desde niño y acaba siendo chaperón custodio de Carlota en su exilio.

Porfirio Díaz es juzgado por Dios, ante quien no tiene grandes posibilidades de justificación. En el juicio al todopoderoso, el uso del narrador omnisciente es divinamente inapelable.
El caso de José María Morelos y Pavón, revela a un ser humano entrañable. Una confesión en primera persona que revela al verdadero autor intelectual de la lucha de independencia, y lo rescata como persona que obedece a ilusiones, miedos, sueños y equivocaciones, muy humanas.
Francisco Villa se debate con su conciencia. Doroteo Arango le echa en cara las innumerables barbaridades que no puede soslayar su memoria, creando un limbo donde se debate entre el cinismo y la culpa.

A pesar de la imagen áurica del Ateneo, los documentos entregan a un José Vasconcelos fascista, decepcionado de los mexicanos –como todo el que ha apostado a la educación y la cultura en este país-, cuya tormentosa relación con María Antonieta Rivas Mercado posibilita su ascenso a la candidatura presidencial. ¿Imaginarse al maestro de la juventud liado con Hitler o Goebbels? eso sí matiza mucho el busto broncíneo del prócer.

Otro de los textos más logrados, llenos de lirismo y verdad histórica es el de Sor Juana Inés de la Cruz. La voz de su alter ego, la Condesa de Paredes, esposa del Virrey, es quien narra esta historia enclaustrada de amor al amor y amor a las letras. En la correspondencia de una a la otra denuncia al autor intelectual y material de la muerte de la décima musa: su propio confesor. Moreno traza una monja sensual, extática, sublime, arcangélica, dedicada al conocimiento y con una pasión imposible. Denuncia en voz del poder el escarnio y la injusticia producidos por la envidia de los inquisidores, y traza la pureza de un amor platónico apenas realizado en la carne.

La obra de Francisco Martín Moreno arrebata exclamaciones de sorpresa, indignación, coraje y pena sobre lo que es y ha sido la historia de saqueo físico, moral e intelectual de este país. Es muy importante que la gente común y corriente, no solo los especialistas, historiadores y estudiosos, conozcamos y entendamos la correlación de estos hechos, salpimentados con algunas anotaciones lúbricas sumamente palatables, para tomar en cuenta que la gente en el poder goza y padece de los mismos apetitos que los demás, sólo que tienen más posibilidades de satisfacerlas, muchas veces a costa de la confianza, el abuso e incluso todavía, con el consentimiento innoble del pueblo.

Por mi parte agradezco el interés en la historia que la obra de este autor despertó en mí, lo que no lograron mis maestros en su momento. Continúo con el resto de sus libros aprendiendo de su agudeza para el detalle, la capacidad de crítica y denuncia, y la frescura para cuestionar a quienes llevan el destino de este país atado a la cintura.

De "Historia de mis libros"


Cósimo, poeta




Cósimo, el barón rampante.

 Novela maravillosa del escritor italiano Italo Calvino: "El Barón Rampante". No sé cómo no se ha hecho una película basada en esta obra, sería preciosa. Toda ella es un poema. Cosimo, el personaje principal, decide subir a los árboles a la edad de doce años, y no bajar nunca. Pero desde las altas copas, de una rama a otra, crece, ama, lucha, viaja, piensa. Sobre todo ésto último. Su vida se convierte en un acto de rebeldía hacia la humanidad, que es la esencia del acto poético.

Encaramado en las horquetas hace frente a las más simples complicaciones que impone la fuerza de gravedad, el clima, los animales. Redacta leyes, lee muchísimo, y con el tiempo se gana la confianza de los habitantes de la comarca de Ombrosa. Su actitud es una lucha pacífica contra la necedad de vivir "con los pies en la tierra", del orden, aparentemente lógico, de las cosas. De esta forma vence -convirtiéndose en su principal amigo y guía literario-, al ladrón más temido, derrota a los piratas, acaba con la amenaza de los lobos, es admirado por Napoleón, combate en la revolución; todo, sin bajar un solo pie.

Viejo y enfermo, desaparece trepándose al ancla de un globo, que pasaba rozando la copa de un pino. En su tumba se lee : 'Vivió en los árboles, amó la tierra".

La historia es narrada por su hermano, quien recuerda, ya en su vejez, la vida de el Barón, que es una exaltación de ética, de amor propio, de voluntad. Una forma singular de decir a los hombres de la tierra que vuelvan el rostro a las alturas, hacia lo elevado; una metáfora de la humildad, la sencillez, que exigen los más altos valores de la persona.

Si Erasmo elogia a la locura como la forma de afrontar la realidad de la vida, Cosimo supera el delirio y hace de su vida la más cuerda y temible poesía. 

José Manuel Ruiz Regil, 1994.
Analista cultural.

Carretera libre al corazón o huellas sobre el asfalto de la conciencia

"Recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar 
había declarado que los espejos y la cópula son abominables,
 porque multiplican el número de los hombres."
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Jorge Luis Borges.

Foto: Michelle Wells.

¿Será el amor una proyección que hacemos de núcleos ideales propios en el otro; y el enamoramiento, una forma de gratitud que mostramos al amado, en correspondencia de aquella revelación? ¿Hasta dónde funcionamos como espejo de las expectativas de los otros, y los otros de las propias, y en qué forma el tiempo determina el cambio, rumbo y percepción de estas expectativas? Quizás una respuesta o mayores preguntas al respecto encontremos en el libro Insolente clamor del espejo de Lina Zerón, editado por VersodestierrO.

El arte supone una pregunta constante que a su vez se responde con otra pregunta mayor. En la medida que el oficio se depura las respuestas que obtiene el artista contribuyen a desvelar interrogantes más bellas.

Si este libro fuera cine, sería una road movie sobre la carretera del amor. Y en cada estación, en cada motel, curva y recta la voz de la protagonista, en este caso la conciencia poética, reflexiona sobre lo andado y fantasea sobre lo que vendrá. A ratos rinde homenaje a esos encuentros furtivos, a las presencias constantes, a las ausencias deseables, y a ratos estalla en arrobamientos al cuerpo, a la comunión y al sentido de ser a través del otro. Pero hay, entreverado, un desaliento, una profunda decepción, una daga clavada a la que canta en nombre propio y en el de todas las mujeres. Esa profunda huella de desprecio, esa minusvalía auto-infligida por el propio género, y por supuesto, el canto protesta a la humillación y a la falta de respeto ejercida por el otro, -por el hombre, hay que decirlo- advenedizo del placer y los mimos; déspota verdugo representado en el novio, el esposo y el padre, del que, como en un exorcismo de palabras, la poeta se libera y deja atrás, limpiándose las trazas de sometimiento que antes marcaron su piel. El poema Gracias, dedicado a Guadalupe Palacios, su abuela, deja claro este argumento.

Así podemos abordar este poemario a la vez que como un testimonio de emancipación, como un ejercicio de sublimación del dolor, a través del espejo del tiempo. Me parece que el poema Estilo resume las cualidades de la búsqueda total y el tono de este abordaje.

Estilo

Me despojo de los prejuicios
Y trepo desde el pozo del desaliento,
Armada de valor me enfrento al espejo
Y logro que aparezca esa otra. Yo,
Mi verdadero reflejo.
Sedienta ahora de vida recojo los rostros
Y acepto el irrespetuoso paso del tiempo.

Esta asunción permite a Zerón deambular por los meandros del erotismo, de la poesía social, de la ciudad como espejo de identidad, del crimen y la corrupción, así como del ideal histórico que funda la nación. Segura de su linaje y de su madera poética, al margen de esas llamaradas efímeras de talento sin oficio que buscan usurpar el puesto de la verdadera poesía. Así lo trasluce en su poema Desecho de astilla. Cito un fragmento:

Yo estoy hecha de maderas finas
y detecto cuando alguien es desecho de astilla.

Pedro Salinas, poeta español de la generación del 27 define la poesía como un ahondamiento en la realidad, «una aventura hacia lo absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino: eso es todo». Reduce a tres los elementos de su creación: «Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio».

El poemario de Lina Zerón cumple con estas tres características. Y quizás sea en Desconsuelo, donde increpa a Dios sobre su suerte y se plantea como posible razón de su tormento el miedo a no poder valerse por sí misma, donde se vea con mayor claridad esta trinidad:

Tal vez seas flama desprendida del sol
Y yo ciego espejo incapaz de reflejarte.

La poesía de Zerón es elocuente, musical, y está escrita en versos de arte mayor. Se adivinan ecos de Garcilaso y su dolorido sentir, y de Sor Juana, lo mismo que comparte ritmos y retóricas con algunos otros poetas contemporáneos como Oscar Wong o Silvia Pratt en cuanto a la arquitectura de sus poemas, y cierta afinidad en la profundidad de sus emociones con Enriqueta Ochoa o Enrique González Martínez. Pero esto es sólo una intuición que me viene de una primera lectura de la que brotan mis propias referencias personales. Sin embargo, esta aparente sencillez está sustentada en un profundo dominio del arte poética, evidenciado en los versos endecasílabos, alejandrinos y pentadecasílabos que sustentan la inclusión de estructuras menores donde recurre a la aliteración con jazzísitica maestría, como en Nada

Nada es sin ti,
Nada en la nada
Mi nada perdida naufraga
Sin ti.
La ola nada sobre nada
Sin ti sola la ola
Nada.

Los poemas eróticos declaran un arrobamiento carnal y amoroso que brota de la admiración, de la idealización, incluso, del amado. En ellos la temperatura del aire sofoca al resto del mundo para concentrarse en el espacio-tiempo del abrazo y del contacto. Continuando con la metáfora del road movie estos momentos son atmósferas concretas donde la piel es la protagonista. A la manera de Betty Blue. El beso, el sudor, el espasmo. La intimidad de los amantes bebiéndose a borbotones. En ellos se trasmina el sonido de una trompeta a la Miles Davis y la voz poética se entrega, plena a narrar sus sensaciones, como lo hace en Cumbre

Sometes mi cuerpo a dentelladas
poco a poco llegas hasta mi cumbre
abriendo camino con tus labios de seda.

En otros momentos despliega la destreza comunitaria para abordar una zona de curvas cerradas muy peligrosas, como en el poema Mujeres, que es una apología de la feminidad, Moradas mariposas, o Diva perversa, poemas en que borda el coraje de la fuerza femenina y se levanta para construir una columna humana de dignidad frente al escarnio inaceptable de la realidad, y al aliviarse del vértigo en que podía sucumbir declara:

Vomité tu nombre en la siguiente esquina

Más adelante, con las manos puestas al volante y el acelerador al fondo transita largas y delirantes rectas en las que parece imposible arribar al horizonte, y no queda más que asirse a los lados del camino

Estoy agotada de vivir al borde de mis suspiros.

Y para ello la poeta escribe, tira al asfalto puñados de palabras que son como lazarillos que le indican por donde seguir. Y así, entregada con fe al oficio conduce el carro de su destino convencida de que será la poesía el único mapa sobre el que habrá de resolver los enigmas de la existencia y cuya huella habrá de plantar a sus lectores rutas nuevas que seguir. Aceptemos la invitación de este Insolente clamor del espejo, dejémonos seducir por la ráfaga de su canto

Anda, atrévete a enfrentar el presente
te invito a irnos juntos al diablo.



José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural.
arteduro.dealers@gmail.com
De "Historia de mis libros"
Hablar de libros.

De mitos, origen y destino*



Edición VersodestierrO.
“El camino de los libres es el del precipicio”
Silvia Zambrano



Qué lástima que haga tanto calor este medio día, porque para leer Cinosargos, de Silvia Zambrano que presenta felizmente la editorial VersodestierrO, y disfrutar toda la carga mitológica que cada uno de sus poemas entraña, habría que cubrirse el cuerpo con una buena piel de oso, o de lobo blanco; embozarse el rostro con una piel de visón, o con una tupida barba pelirroja, mientras se escucha una danza vikinga al vapor de un vino caliente, y dejar que toda la genealogía germánica, de la zona ártica, del mar del norte, de los bosques de Noruega, Suecia, Finlandia o Dinamarca invadan los ojos y la fantasía.

Este poemario, cuyo título guarda una sonoridad canina y nos remite a la Grecia del siglo IV a.c. con Antístenes y Diógenes, a quienes la sociedad de su tiempo calificó de “perros” o “aperrados” (Kyion, perro, de ahí kynikos, cínico) por llevar al extremo su idea de libertad y desvergüenza; por llevar la ironía socrática al sarcasmo y pretender ser como tábanos, tratando de despertar a sus contemporáneos para forzarles a reflexionar, comienza contando la Historia del perro blanco (vida y mitos), donde la autora plantea una dicotomía de valores entre la luz y la oscuridad:

Para conocer el astro/ sólo deseo perderme en lo negro/
así como entre la anarquía y la estructura formal en la que la métrica elegíaca, que combina hexámetros y pentámetros según la tradición, deambula entre varias mitologías. De este modo cita con total asimilación de los mitos nórdicos las sagas Nibelungas, Artúricas, Órficas y Eleusinas como si se tratara de un álbum de estampas épicas de familia, descripciones que elogian, inquieren o recuerdan, como escenas de tapices antiguos en donde puede leerse el inframundo; anticipaciones, prefacios y conjuros; prólogos a la imaginación. Una apología épica de modernidad insospechada, pues, lo advirtió Jorge Luis Borges en Antiguas Literaturas Germánicas, (FCE, 1951) “La influencia germánica durante los primeros siglos de nuestra era es desconocida casi en absoluto para el lector de lengua española”. Esto añade, al tono del libro un elemento de rareza que lo distingue.

Como lo hicieron los Escaldos hacia el año 1000, poetas de conciencia literaria e intención creadora, que evolucionaron las formas de la poesía bajo el influjo de los celtas de Irlanda y de los latinos, combinando la asonancia y la rima con la antigua aliteración, Zambrano labra una musicalidad en sus poemas que permite al lector tomarlos como el mascarón de proa que habrá de guiarlo a puerto seguro en la armonía de su construcción y sus conceptos.
Un movimiento acecha la espesura/ es dactilado áspero hierro/ es el reptil escualo cuchillo/ que decanta ácido/ que desciende negro
Los escandinavos crearon, o desarrollaron, la cantilena épica (kvitha), el poema genealógico (tal), la canción de alabanza (drapa), las encantaciones (galdr), el poema dialogado (mal) y el cantar (liod). Y es importante recordar que sobretodo, estos poetas, los Escaldas (poetas cultos escandinavos) utilizaron como unidad poética la Kenningar, voz derivada del Noruego Kenna, que significa conocer, Kenning, nombrar. Metáforas idiosincrásicas con las que los vikingos describían la realidad. Cundieron en el año 100. Por ejemplo, para referirse a la lengua decían “espada de la boca”; El mar era el “prado de la gaviota”; la espada era la “vara de la ira”; la poesía era el “licor de Odín”, por poner unos ejemplos. Es decir, se tomaba una parte significativa que representara al todo de lo que se nombra. Con esta misma idea de construcción la poeta crea su sintaxis:

En el poema Un hoyo negro hay un ejemplo, dice: “Mira como implota la estrella/mira cómo la piedra/ se hace túnel/ puerta de caverna”.
En otras piezas encontramos imágenes como Plomo aéreo para referirse a la bala de la catapulta, Saeta de agua, Ahuja de plata o Astilla de luz, para nombrar una chispa de fuego o un cometa; en otro más Lobo albino que desciende de los neuros; en otros, El poeta de la lira, el vástago de la musa, el eremita del cielo. Incluso al usar una sola palabra como cuando dice el Estilita, el etíope o el Estagirita, el metalenguaje rebasa la alusión historiográfica para dar un nuevo significado a la imagen del verso.

Por otro lado hay que recordar que el centro estructural de la mitología nórdica está asentado en el símbolo del árbol, Yggdrasill, el fresno sagrado donde brota la vida en su dualidad complementaria. Este árbol celta cuya base contiene 9 mundos que se cruzan, se yuxtaponen, se encuentran y se desencuentran tiene 3 raíces principales: Helheim, que llega al caldero donde se origina la vida; Midgard, donde están los manantiales, y Asgard, la morada de los dioses. Pues anclado a estas tres raíces nutridas del magma cósmico está Cinosargos, y a través de su evolución crea puntos de contacto entre el inframundo, el mundo terreno y el mundo celestial. Las ramas y las hojas de Yggdrasill, silban a coro y únicas en cada poema al nombrar La colina de Tara, el Samhain, la melodía de Aillen; al guerrero Beowulf, a Grendel el dragón, al dios Dagda; a Sigfrid y a su espada Balmung, la runa de Odín o a la princesa Kriemhield haciendo un filtro de amor; Esopo, las Valkirias y un Dólmen; Arturo, Vinland, Tristán, Orlando, Baco, Dionisios, Lohengrin, entre otros.

La tercera parte del libro, Jano sueña, anunciada como un himno, sintetiza todavía más la postura cínica de Diógenes quien se proclamaba ciudadano del mundo y no de una sola ciudad, y con ese pasaporte de cinismo, Zambrano cruza las fronteras geográfico-temporales y borda una colcha de parches policromos en que los mitos se entreveran en una lectura actual y contemporánea que sintetiza y rescata los valores mítico-históricos para construir al héroe del presente, poligonal; fractal, diríamos ahora.

Cinosargos es un libro único en su género. Se distingue porque su tema es tan universal como el collage de folclor con que golpea en la cara al vacilante lector, sacudiéndole sus más oscuros arquetipos, y a la vez está escrito desde una individualidad tan personal y subjetiva, desde una lectura tan íntima de las sagas que invita a revisar los cantos fundacionales no sólo de la literatura escandinava, sino de todas las literaturas y actualizar los valores con los que construimos a los héroes –si es que aún queremos construirlos-; restallando armaduras axiológicas, para nutrir las batallas del presente, tanto con los semejantes, como con los demonios internos, lo mismo que con entidades celestiales de extraordinaria luminosidad.

Sólo heredando la lección de los cínicos podremos romper las barreras mentales que compartimentan el conocimiento y los límites de la forma para acceder a una suerte de mitología comparada y práctica, que permita al individuo de hoy, nutrirse con la posibilidad de perfección, fuerza y poder que inspire las nuevas Sagas de los próximos tiempos, pues el cambio de orden es ya inminente y no se ve en el horizonte un basamento fantástico que sustente el origen del nuevo caos.

Me llama la atención la última sección del libro titulada Haikús, pues el brinco meridiano nos cambia de tono y ritmo. Dejamos atrás las Sagas, de Sag, say, decir, para abordar otra tesitura poética cuya única afinidad que mantiene, desde mi punto de vista, es el reino de la naturaleza. Esta forma japonesa que propone cantar el instante en un instrumento medido de versos de cinco, siete y cinco sílabas construye un estanque plácido para digerir en bellas y suaves pinceladas revelaciones sutiles del ojo, como fotografías macro hechas a gran velocidad en las que se puede apreciar el instante que escapa a la mirada ordinaria, distraída.

Sin dejar de reconocer la habilidad de la autora para el manejo del Haikú, me hubiese sido más orgánico evolucionar las Kenningar a su segundo o tercer grado como sugiere el Hattatal (recuento de estrofas) de Snorri Sturlusson para mantener la unidad formal.

Bienvenido Cinosargos de Silvia Zambrano. Bienvenidos los mitos que nos expliquen de otra forma, ya no el origen del mundo y sus misterios, sino sus devenires y anhelos, como lo hace esta escalda moderna, quien declara triunfante ¡Hoy he visto el astro!


Odin
Viejo dios del norte
que camina por el bosque
solo
mirado por los silfos
oye
y en ecos reconoce que lo arrullan
los cantos de los nixos
cierra el ojo único
para buscar el descanso
que da la brisa
cíclope de conocimiento
una siesta breve
a la sombra de los tilos
(sueño de valquirias)

Pág. 35.


*José Manuel Ruiz Regil. Analista cultural.
Texto de presentación del libro Cinosargos, de Silvia Zambrano leído en la explanada del Foro Cultural José Martí el 12 de abril de 2013.
De "Historia de mis libros"

Kadish



La amante del ghetto, de Pedro Ángel Palou, Ed. Planeta.
Con el premio que gané en el 4to. Concurso de Cancionistas de El Péndulo compré, entre otros libros y una rica comida que compartí con Claudia, la novela La amante del ghetto, de Pedro Ángel Palou, la más reciente obra de este prolífico escritor, editada por Planeta. Había leído El diván del diablo y tenía muchas expectativas con respecto a ésta. Leí en internet el capítulo I de El impostor, la historia ficcionada de Paulo de Tarso, que todavía no consigo en libros de usado, y el rasero que le había puesto a este miembro de la generación del crack era bastante alto. Pero ya me había dado cuenta de que de todos, era el más accesible, comercial, sin que esto demerite la calidad de su obra; al contrario.

Tengo un compromiso generacional y afectivo con este grupo de escritores de origen común, aunque de disímbolos alcances. Al que no le he entrado es a Volpi. Ya tendré que estudiarlo poco a poco. A Ignacio Padilla lo traigo entre ceja y oreja pues además de la bella amistad que compartimos en la adolescencia, su obra, pieza a pieza me cautiva y alimenta el espíritu, sobretodo, su ensayo, por la poética de sus ideas.

A Palou lo he ido conociendo con la lealtad de un lector dispuesto al que va conquistando de maneras muy diversas. Primero lo conocí en los programas de Los alimentos terrenales, del Canal 22, que presenté en Zona Áurea, boletín quincenal de Arte Duro, luego lo he leído en artículos históricos y en sus publicaciones de Facebook, y ahora con sus novelas.

La amante del ghetto es una novela de venganza, ubicada en 1947, después de la segunda guerra mundial. Zofia Nowak es la protagonista que al salir de Auschwitz se integra a un grupo de asesinos judíos llamados Nokmim, en una operación encubierta denominada Temporada de caza, que dura poco tiempo, y en la que  tienen como misión ultimar a varios de los Sonderkommando del ghetto de Varsovia, a los que se les acusa de matar directamente a cientos de judíos en los campos de concentración. Sin embargo, el enredo moral se trensa cuando Zofia, que para efectos de esta segunda vida toma el nombre de su gemela muerta, Tania, se encuentra a Henri Tarnovski, identidad falsa de Albert Klubert, quien había sido su amante y verdugo en las barrracas, y de quien jura vengarse como parte de su lista personal de ejecuciones.

Esta historia ambientada a finales de los años cuarenta, en la resaca de la violencia y el sinsentido de la guerra maneja de manera impecable la reproducción histórica del París de posguerra, sin caer en excesos que distraigan la atención de lo importante; su ritmo cosmopolita, la dinámica social y cultural de la época, con los personajes destacados del medio artístico, político y de la moda, pues a la desolación y la banalidad se contraponen un erotismo urgente y el aprecio del instante. Así se trama la participación de Christian Dior, Balenciaga, Picasso, Camus y  Cocteau quienes no son un capricho del autor, sino que gracias a su narrativa magistral refuerzan la verosimilitud de la historia, aportando esos toques de color a la sordidez que el tema obliga.


Para ser honesto, como les decía yo venía de la experiencia de El diván del diablo, donde la atmósfera psicológica es más opresiva y la metáfora en diferentes niveles me dejó leer un discurso filosófico relacionado con la vocación, y hasta divagar metafísicamente con la imagen inspirada de la casa de los enanos, inspirada según Palou, en los dibujos de Piranessi. Y al toparme con la fluidez de diálogos y velocidad narrativa de La amante del ghetto me sentí un poco decepcionado. Incluso le comenté a mi mujer que tenía intenciones de leerla pronto para cambiarla por otra de él mismo, porque me parecía sosa. Así es que la dejé en mi buró, para enterarme dos días después de que ella, voraz lectora de este género literario, la había leído y su opinión era muy distinta a la mía.

Dejé pasar unos días en los que di prioridad a otras lecturas hasta que por fin volví a esta historia. Poco a poco fui entendiendo el juego –no soy lector de novelas, más bien de ensayos y poesía, lo que no significa que haya leído pocas-; pero línea a línea la escritura de Palou me fue dando argumentos para reconfigurar mis expectativas –como hace toda buena obra de arte- y empecé a valorar el trabajo que tenía enfrente. Esa supuesta ligereza no era más que producto de una muy depurada técnica narrativa que resulta de contar únicamente lo que hace falta contar.

Todos hemos visto cualquier cantidad de películas sobre el holocausto judío, campos de concentración, nazis y torturas. Sabemos de sobra acerca de los abusos que sufrieron los presos en las cámaras de gas, y hemos oído cientos de testimonios de sobrevivientes de Auschwitz. El escritor cuenta con ello y utiliza muy bien su oficio para contarnos los motivos y dejarnos bien claras las razones por las cuales Zofia Nowak se convierte en asesina, y los laberintos que ha de sortear para cumplir su cometido; la decisión ética que habrá de definir el resto de su vida y el dilema que vive esos últimos momentos cuando tiene encañonado a Albert Klubert esa mañana fría en la playa del Hotel de L´ile.

La amante del ghetto bien podría ser una pieza de 800 páginas llena de datos farragosos y largas disquisiciones histórico-políticas, sin embargo Palou prefiere entregarnos al personaje desnudo de macro historia y sumergirse en contar el día a día de un solo personaje, facetándolo no como un héroe ejemplar, sino como un individuo real, creíble, falible e incierto, como todos nosotros; cuya dignidad lo impele a no volver a ser víctima jamás y construir con eso el resto de sus días.

En la tradición judía un Kadish es una oración corta que se dice cuando alguien ha perdido a un ser querido. Contrario a lo que la creencia popular sostiene no es una oración para los muertos, sino para los vivos. Pronunciarla ayuda a elevar el nivel del alma del difunto y obtener mayores gracias en el mundo venidero. Esta novela adopta simbólicamente el valor ritual de esta oración y abona con sus páginas devotas a la salvación de las almas sacrificadas en la guerra. A ella se suman nuestras lecturas.

Zofia Nowak es la recuperación del sujeto libre, emancipado, ético que en verdad está en posición de elegir porque lo ha perdido todo, y por tanto tiene todo por ganar. La amante del ghetto es una novela que evoca sin contar, que cuenta sin decir, que dice sin narrar; que avanza con el diálogo y la acción de los personajes a los que vemos desfilar como si estuvieran frente a una pantalla de televisión, como en una serie; su visibilidad es total. Tiene la belleza de aquel apotegma que reza: ni más, ni menos.




De "Historia de mis libros"
José Manuel Ruiz Regil.

La laja y el pedernal

Armando Regil Velasco y 1 millón de jóvenes por México.

1 millón de jóvenes por México más que una agenda a seguir para convertir a México en un país de primer mundo de aquí al 2050, sí o sí, es una invitación a tomar por mano propia la responsabilidad de construir un país digno, donde las instituciones sean operadas por individuos éticos, congruentes, con ideales y valores trascendentes, que reviertan el proceso de empobrecimiento que ha sufrido esta nación tan rica, a lo largo de insufribles sexenios.

Armando Regil Velasco (1985) con la confianza y la garra que sólo se puede tener en la juventud, junto con su hermana Claudia Regil y un gran equipo de visionarios, han hecho una mancuerna poderosísima capaz de ennoblecer las voluntades de muchos líderes internacionales que se han sumado al gran movimiento generado por IPEA, A.C. (Instituto de Pensamiento Estratégico, A.C.), primer Think Tank mexicano, de donde, después de un arduo trabajo de investigación, análisis, discusión y estrategia ha salido esta agenda de libertad que ahora proponen: 1 milllón de jóvenes por México, músculo de la sociedad civil que da voz al sector más ignorado y valioso de esta multifacética comunidad: los cientos de miles de talentos potenciales, de líderes semilla, de cerebros y corazones, que de no tener opciones donde realizarse se pudrirán como ha sucedido a muchos, o acabarán por fugarse, como también tenemos a la mano muchos ejemplos.

Para que México deje de ser “el país donde nacimos y donde tenemos que sobrevivir” y se convierta en el mejor lugar posible es importante “sacudir las neuronas y las conciencias”, volver a la ética y revisar ya no por qué estamos mal y qué hacen los corruptos –eso lo sabemos, lo vivimos, lo sufrimos todos los días-, sino por qué y cómo podemos hacer que el lugar donde vivimos sea distinto, mejor, propicio, viable para la felicidad. Dejar de estirar la mano para ofrecerla; dejar de quejarse, para proponer; dejar la apatía, por el impulso que da la libertad de crear.

Actualmente 1 millón de jóvenes por México busca la representación en el Congreso para seguir de cerca las acciones de gobierno y tener voz en el desarrollo de las reformas estructurales que plantean una nueva faz histórica para esta nación. Es normal que el adulto promedio chispe los dientes y suspire con incredulidad ante una propuesta de esta naturaleza. Pero en realidad no somos nosotros quienes llegaremos a los puestos de influencia donde habrán de aplicarse los nuevos valores, sino ellos, los de la generación de los ochentas para acá. Lo que nos toca es promover el estado de derecho, la igualdad de oportunidades, la justicia y el respeto al individuo en cada una de nuestras acciones. Ser creativos, trabajadores y honestos y entender el sistema de mercado para entrar en el juego de la sustentabilidad. Ellos, los jóvenes de hoy –mientras lo sean, y cuando lo dejen de ser, lo mismo que nosotros- , tendrán que operar con dignidad –lo que no han hecho las generaciones anteriores- un país que si no arriba a los valores filosóficos que han permitido a otras naciones como Chile, Corea, Brasil o Colombia salir adelante, tendrá consecuencias funestas. Y ya tenemos atisbos de ello.

Acompañan las reflexiones de Armando Regil una serie de mensajes de líderes internacionales, como sabemos que ya es sello en la experiencia de este Marco Polo contemporáneo, y al mensaje que nos entregó en su primer libro La respuesta eres tú, donde incluye charlas, reflexiones y pensamientos que han podido compartir con él hombres y mujeres influyentes de diversas latitudes para que a su vez él los comparta con los jóvenes del mundo, integra aquí la opinión de James Buchanan, Premio Nobel de economía, quien luego de escuchar la propuesta de 1 millón de jóvenes por México corrigió su visión pesimista sobre la recuperación económica de México y se sumó a la voluntad de cambio del movimiento; Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, quien invita a los jóvenes a no desdeñar la política y a redescubrir el sentido trascendente de la vida, más allá del mero pasarla bien, del puro espectáculo;  Francisco Flores, Presidente de El Salvador (1999-2004); Jorge G. Castañeda, Secretario de Relaciones Exteriores (2000-2003); Colin L. Powel, Secretario de Estado de Estados Unidos ( 2001-2005); Álvaro Uribe, Presidente de Colombia (2002-2010); Haakon Magnus, Príncipe de Noruega; Lesh Walesa, Presidente de Polonia ( 1990-1995), y otros. Con todos ellos ha sabido estrechar vínculos y establecer una comunicación verdadera, esa que se necesita para crear un mundo nuevo.

Quizá a algunos les suene utópico o excesivamente moralista a ratos la propuesta (la agenda incluye un decálogo que orienta las acciones del joven de acuerdo a los valores universales), si consideramos que la humanidad está ya a más de cien años de la muerte filosófica de Dios. Pero desde entonces no nos ha ido mejor. Y ante la realidad, esta visión, si se quiere, conservadora, es una sana manera de retomar el camino. Se están llevando a cabo acciones concretas en comunidades que tal vez quedan muy lejos de nosotros, los que no estamos en el ámbito académico, político o el empresarial cupular, desde una perspectiva que quizás no sea la más popular, pero sí la más influyente -en el buen sentido-. Estos jóvenes están construyendo los acuerdos sobre los que tendrán que caminar en el futuro. Que nuestro voto de confianza sea el actuar recto y consciente de cada uno.

Habrá ajustes y la pluralidad de ideologías tendrá que hallar su cauce en el diálogo de ideas y en el respeto a la individualidad y al ser en la construcción del bien común, pero estoy seguro que 1 millón de jóvenes por México, de Armando Regileditado por Taurus es, de alguna manera, la laja y el pedernal que urge a este pueblo para encender la chispa de conciencia que puede renovar la atmósfera de este país. Es un libro escrito con la actitud más revolucionaria que se puede tener en estos días: esperanza, ingrediente esencial del gran cambio por venir..


De "Historia de mis libros"
José Manuel Ruiz Regil.
Hablar de libros.

El poder del ahora

Eckhart Tolle.
El poder del ahora, del maestro espiritual Eckhart Tolle, editado por Gaia, es un libro sumamente confrontador, pues su misión es hacernos entender que todo aquello que llamamos realidad es mera percepción. Y que ésta depende mucho de la identidad que hayamos creado –ego- con el cuerpo-dolor; y que no podremos dejar de sufrir y estar angustiados a menos de que cultivemos el estado de presencia que nos libera del tiempo, a través de la creación del testigo observante que genera la práctica de la meditación. Y que cuando logremos eso, cuando seamos el árbol y no quien observa el árbol, entonces nos habremos fundido con el todo y seremos parte de la unidad de donde brota la paz verdadera y la felicidad suprema. 

¿Suena bien, no? Claro, es la promesa del Nirvana apetecido. Pero qué lejos estamos de siquiera acercarnos por un instante a esa totalidad. Los valores culturales de la sociedad favorecen, precisamente, todo lo contrario. Nos invitan a creer que somos únicos, distintos y separados del mundo, y refuerzan nuestras creencias alimentando las condiciones que el cuerpo-dolor fabrica para seguir en el círculo vicioso del sufrimiento. 

Dice, el autor en algún momento. “No le des tiempo al dolor”. Refiriéndose a que si nos salimos del estado de presencia –de la conciencia del aquí y ahora- viajamos al pasado o al futuro y respondemos al presente desde una realidad equivocada. Desde el recuerdo de lo vivido o desde la proyección de lo que aún no sucede. Esta, por decirlo así, esquizofrenia temporal nos tiene perturbados y fascinados a la vez.

“Ser incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal”. Esta es una declaración muy fuerte que hace el maestro Tolle. “La iluminación es un estado de totalidad en el que estás unificado y por lo tanto estás en paz. Eres uno con la vida en su aspecto manifestado –el mundo- y también con el yo profundo y la vida no manifestada; eres uno con el Ser. La iluminación es el final del sufrimiento y del conflicto continuo, tanto interno como externo, pero además es el final de la horrible esclavitud que produce el pensamiento incesante. ¡Eso es una liberación increíble!”

Todos estos conceptos, a partir de la desmitificación de ciertas ideas que pareciera premisas incuestionables en nuestra sociedad -como que la humanidad ha alcanzado el punto más alto de su desarrollo, o que estamos completamente separados unos de otros, de la naturaleza y del cosmos, o que el mundo físico es todo lo que hay- son desarrollados minuciosamente a lo largo de diez capítulos en los que hace énfasis en algunas ideas básicas como la de conceptualizar que no somos la mente, que es necesario salir del dolor, que hay que crear el estado de presencia, entre otras cosas para trascender el tiempo y establecer una relación más sana con el mundo manifestado.

A lo largo de este ensayo el maestro Eckhart Tolle va sumando conceptos que uno puede ir llevando a la práctica en este largo camino del despertar de la conciencia.

“La emoción surge en el punto donde cuerpo y mente se encuentran. Es la reacción del cuerpo a la mente o, dicho de otra forma, el reflejo de la mente en el cuerpo”. Por ello sugiere observar lo que el cuerpo siente, la reacción que el yo manifiesta ante un estímulo determinado, para empezar a discernir lo que es uno de lo que es un reflejo de la identificación que tenemos de lo que uno es.

“Si te ves arrastrado a la identificación inconsciente con la emoción por tu falta de presencia, lo cual es normal, la emoción se convierte temporalmente en ti. A menudo se crea un círculo vicioso entre el pensamiento y la emoción que se nutren mutuamente. El patrón de pensamiento crea un reflejo agrandado de sí mismo en forma de emoción y la frecuencia vibratoria de la emoción alimenta el patrón de pensamiento original. Volviendo mentalmente a la situación, suceso o persona que percibes como causas de la emoción, el pensamiento alimenta la emoción, que a su vez energetiza el patrón de pensamiento, y así sucesivamente”.

El estado de presencia es quizás ese espacio que experimenta el artista, cuando hace de su trabajo un acto sagrado, y haciendo a un lado todo su bagaje cultural y perceptivo, se abandona por completo a la creación y se funde con el ahora, de donde extrae un testimonio que llamamos pieza artística. Quien lo ha experimentado sabe que esto funciona así. Puede ser al momento de dibujar, cantar, bailar, escribir, o realizar cualquier otra actividad en la que sucede el contacto con el ahora. Hay cosas que uno hace que sabe que las hizo porque fue testigo de ellas, mas no se explica cómo sucedieron –a pesar de saber cómo hacerlas. Comenta el autor que esta adicción a la adrenalina del instante es quizás, la razón por la cual muchos deportistas extremos se aficionan tanto a su disciplina, pues una distracción en un momento determinado puede costarles la vida. Por eso, aprender a morir en vida para vivir mejor es otro de los temas que aborda en este apasionante ensayo que da sentido de trascendencia a muchas de las prácticas y terapias que se difunden actualmente en el amplio panorama del turismo espiritual.

“Como vivimos en una cultura totalmente dominada por la mente, la mayor parte de las obras artísticas, arquitectónicas, musicales y literarias no tienen belleza ni esencia interna, aunque hay algunas excepciones. La causa de este estado de cosas es que los autores no pueden liberarse de su mente ni por un momento. Por eso nunca llegan a estar en contacto con ese lugar interno de donde surgen la belleza y la verdadera creatividad. Dejada a sí misma, la mente crea monstruosidades, y no sólo en las galerías de arte. Observa nuestros paisajes urbanos y nuestros páramos industriales”.


Si la realidad es reflejo de nuestra mente, es obvio que estamos pensando mal. Recordemos la serie de dibujos de Goya titulados caprichos, en donde en uno de ellos se ve al hombre dormido sobre sus brazos recargado en una mesa, y una leyenda que dice “El sueño de la razón produce monstruos”; atendamos al llamado del maestro de Jodorowsky, Ejo Takata: “Intelectual, aprende a morir”. Penetremos en el misterio del Ser como es y de las cosas como son, sin el filtro de la identidad que nos separa del todo. Seguramente, tendremos muchos tropiezos, pero recordar los principios que aquí se exponen, puede conducirnos nuevamente al estado de atención constante que merece la búsqueda y la construcción de la felicidad. 

   
De "Historia de mis libros"
José Manuel Ruiz Regil

La vida y sus dibujos, instrucciones para a(r)mar.


La vida y sus dibujos, instrucciones para a(r)mar. Germán Dehesa.


“Cada paso que he dado en la vida ha sido como un distraído trámite entre la fragancia de un libro recién terminado y el apetito de otro por leer” GD

Cuando la desesperanza me abruma, cuando tengo ganas de morirme, rompo ese cristal que es permitido romper sólo en caso de incendio y busco un libro de Dehesa, porque inevitablemente me devuelve el fuego vital a su lugar, y atempera la llama tembeleca de incierto que amenaza con apagarse en medio de la más terrible oscuridad. No tengo claro de qué sales y aguas nutre Germán su escritura, que con mucha frecuencia al terminar de leerlo, mis ojos, antes secos por el estudio continuado y la luz refleja de la computadora, se descubren húmedos de alegría, renovados de ternura, yertos de nostalgia y una belleza indecible, que por bien dicha –dicharacha- explota en el corazón e irradia chispas de esperanza por todo el cuerpo.

La vida cotidiana, el trabajo, lo doméstico, los amigos, el futból, la política, los medios, pero sobretodo, la literatura y el pensamiento ético, profundo pero práctico, vertido en una mezcla campechana de erudición y sencillez callejera, hacen la música de este amigo de las palabras, las ideas, los autores y los libros, quien lo mismo cita a Plotino que a Habermas, a Homero que a José Alfredo Jiménez, y le echa porras a los pumas, cuando no sale de bateador emergente de los Diablos Rojos del México.

La escritura de Germán Dehesa es un buen ejemplo de la utilidad que tiene ser culto, más allá de las poses eruditas (eructitas) o los academicismos de banqueta. Su devenir, tanto hablado como escrito es un oleaje amable que acerca a la orilla de quien lo escucha o lee reliquias de nuestros orígenes puestas en charola de modernidad. Es aventurarse en el gentío de una manifestación en la que se puede uno topar con Hermes, Jano, Orestes o el político en turno para evidenciar lo profundo en una situación aparentemente trivial, y convertirla en épica. Su humanismo práctico se decanta en su palabra y se sustenta en la emoción. ¿Será por eso que al escucharlo por la radio o leerlo uno se siente tan identificado, tan convencido y tan cierto de que es posible cualquier acto poético por absurdo que parezca a primera vista?


Germán Dehesa
En La vida y sus dibujos se presenta como en tantos otros libros y artículos que escribió en los diarios: cercano, crítico, irónico y apapachón. Entreverando la vida familiar con la reflexión social y la propuesta política; la risa y el chiste con la conciencia de género y la dignidad del individuo. Refresca las formas literarias, trasvasa arquetipos en el tiempo, crea nuevos mitos. Recuerda, y al hacerlo gratifica a todos los actores de su vida: al juez, al amigo, al la institución, al lector, a la patria. Exalta y dignifica en cada oportunidad la grandeza femenina y peca a veces de falsa modestia cuando asume roma la incipiente conciencia masculina. Pero se resarce con ese enorme santoral de poetas que carga en su talega bien nutrida desde la infancia.

Este libro gira en el tiempo y la memoria en torno al infarto, los cincuenta años, las segundas nupcias y la paternidad vespertina. Esta que pareciera una edición de autor, artesanal más no por ello rústica, es un tiraje breve que salió al inicio de los noventa y que yo encontré en Sanborns. Me lo obsequiaron mis papás una noche que salieron a cenar. Llegaron a la casa con el libro encelofaneado.  Es una bella pieza ilustrada por el artista plástico Juan Sebatián Barberá, quien ha hecho retablos alegóricos de los textos, cuyos rasgos evocan algunos de los sentimientos, personajes y situaciones que se narran, si no es que rescata totalmente el sentimiento primigenio que entraña cada texto. Con su trazo muy particular dibuja las emociones, colorea los afectos, delínea los vínculos que unen palabra e imagen.

Es un libro homenaje a la vida, a lo vivido y a los vivos. Una autobiografía compartida por códigos postales que a veces quisiera revivir a los muertos. Y lo hace al hilvanar el día a día con alientos de Borges, Whitman, Arreola o Russel, Tournier, Marías, Vargas Llosa, de quienes va dejando aromas como migajas de pan en el camino para que uno las recoja y vaya tras el pastel completo que él ya digirió.

Debo en mucho mi amor a los libros a su consejo, a su pasión y amor por las ideas. A los revires humorosos con los que afianzaba su amistad con Alejandro Aura. El subtítulo del libro lo describe entero “instrucciones para a(r)mar”. Este juego poético en el que se arma el amor es la constante en cada uno de los textos, pues parafraseándolo malamente, diría que si todo lo que hacemos no sirve para amar entonces nada sirve. (“Quien no tiene tiempo para el amor no merece el amor, ni es digno del tiempo” GD).

Paternidad, matrimonio, divorcio, elecciones, futból, comida, enfermedad, antojos, educación, política, cursilería, chacota, mitología, nostalgia, burocracia, poesía, gramática, consultoría empresarial, todo, en un largo carrete de hilo de seda con el que teje una red de certezas inciertas, esas que colecciona un hombre que se sabe finito y camina hacia el abismo, al tiempo que rescata y hereda siglos de saberes y sabores con los que aliña la cruda y refrescante ensalada de la vida, y la comparte.


De "Historia de mis libros"
José Manuel Ruiz Regil

¿Quién se ha llevado mi queso?



Elegí este libro para comentar en el taller porque me parece que la reflexión sobre el cambio en un momento tan vertiginosamente caótico como el que vivimos actualmente, es esencial. La historia de ¿Quién se ha robado mi queso? es una metáfora del tipo de actitudes que los seres humanos adoptamos ante la amenaza de un cambio, ante la posibilidad de tener que modificar los hábitos, las rutinas y patrones de conducta que nos han llevado hasta un punto determinado de satisfacción, pero que no necesariamente van a ser permanentes; es un recordatorio de que la vida, ese “laberinto” que se transforma constantemente, está lleno de pasadizos y túneles secretos que a veces hay que atreverse a explorar.

El corazón de ¿Quién se ha robado mi queso? es una fábula en la que participan dos ratones, “Fisgón” y “Escurridizo”, y dos hombrecillos, los Liliputienses “Hem” y “Haw”. Nótese el simbolismo que entrañan los nombres, sobretodo de estos últimos, en cuanto a su actitud. “Hem”, es una especie de onomatopeya dubitativa, mientras que “Haw” es el homófono de How, cómo, en español. El nombre de los ratones es completamente explicito. Lo cual tambén es una forma auto-referencial de evidenciar los mundos de cada uno. Estos cuatro caracteres reflejan las respuestas básicas de la mayoría de las personas frente a la necesidad de cambio: resistirse por miedo a algo peor, aprender a adaptarse cuando se comprende que éste puede conducir a algo mejor, detectarlo pronto y finalmente apresurarse hacia la acción.

Este libro ha sido un “Best Seller” internacional en el ámbito del capital humano en las empresas, desde su primera edición en 1998, por G. P. Putman Sons. De hecho, la contraportada reúne algunos testimonios de empresarios destacados a quienes este sencillo libro les permitió introducir mejoras importantísimas en su gestión. “Quién se ha llevado mi queso? será utilizado en todos nuestros programas de formación porque crea un lenguaje para hablar del riesgo y el cambio en un tono más ameno. Su mensaje es claro”. Sally Grumbles, BellSouth. Además, su autor, el Licenciado en Psicología y Doctor en Medicina, Spencer Johnson es reconocido mundialmente por sus otros libros, que ya son unos clásicos de la literatura como el manual de dirección empresarial El ejecutivo al minuto, escrito en colaboración con Kenneth Blanchard y El vendedor al minuto, El minuto instantáneo. Sí o no: guía práctica para tomar mejores decisiones.

El libro está estructurado en tres partes, la primera describe una reunión de viejos amigos de la universidad, quienes comentan acerca de sus experiencias laborales. Uno de ellos les cuenta que escuchó una narración que, literalmente, le cambió la vida. Esto funciona a manera de preámbulo, pues la fábula se desarrolla en la segunda parte. La tercera y última sirve de corolario en el que los mismos personajes de la primera dan sus impresiones sobre el relato. Esta es una forma eficaz que utiliza el autor para asegurarse de que su mensaje quede claro (te aviso lo que te voy a contar, te lo cuento y luego te platico lo que te conté) quizás, sea un poco redundante para algunos, pero de que funciona, funciona. El diseño de portada de Alberto Cano se ha vuelto clásico de esta colección Empresa XXI en México, donde podemos encontrar otros títulos de similar interés, como El millonario instantáneo, de Mark Fisher, o La paradoja, un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo, de James C. Hunter.

En un inmenso y complicado laberinto lleno de pasadizos, callejones sin salida, quiebres, puentes y estancias obscuras, dos ratones y dos pequeños hombrecillos andan en busca de “su queso”. Eventualmente, lo encuentran y se dedican a comer y a pasarla bien, sin preocuparse por nada más. Al paso del tiempo el queso desaparece. Los ratones, al ver que se han quedado sin su fuente única de sustento, salen corriendo de inmediato a buscar Queso Nuevo. Pero los hombrecillos, agobiados por sus razonamientos y sus sentimientos, se enrollan buscando las razones de la desaparición y especulando acerca del paradero del queso, culpándose a sí mismos y al otro, y abrigando la esperanza de que tarde o temprano el queso volverá, pues entre las muchas explicaciones que se dan, una de ellas es la de “no puede estarme pasando esto a mí. Debe ser un error”. El caso es que al poco rato los ratones encuentran Queso Nuevo, en otra de las recámaras del laberinto, mientras que los Liliputienses comienzan a desfallecer de hambre, y siguen discutiendo y tratando de darse explicaciones. De pronto, uno de ellos se da cuenta del gran ridículo que han estado haciendo buscando obcecadamente algo que a todas luces ya no hay, repitiendo rutinas que hoy por hoy ya no responden a la realidad, y rompe a reír. Entonces, decide salir a buscar nuevo queso y lo encuentra después de algunos fracasos. Sin embargo, el otro compañero sigue aferrado al pensamiento mágico de que si sigue esforzándose en ir a buscar el queso a donde había, eventualmente, éste aparecerá. El hombrecillo que ha encontrado Queso Nuevo se empeña en convencer a su compañero de que hay queso en otro lado, trata de compartirle la idea de esa nueva realidad, pero no logra transmitirle la visión. Hasta que comprende que no puede forzarlo a creer, y que tendrá que ser hasta que él se desapegue de la idea del primer queso que podrá albergar la imagen del Queso Nuevo que ha de buscar. Hay una pregunta esencial en medio de todo esto: ¿Qué harías si no tuvieras miedo?”

Esta sencilla metáfora es la historia de nosotros mismos ante lo que queremos. El queso representa aquello que buscamos: dinero, reconocimiento, amor, éxito, sabiduría, etc. Muchas veces lo alcanzamos, utilizando determinadas estrategias y nos acomodamos ahí, sin pensar que a la mañana siguiente todo lo que hicimos para lograrlo ya no es suficiente para mantenerlo, y hay que cambiar. Una de las ideas esenciales de esta metáfora es que el queso siempre se está moviendo. Es decir, aquello que creemos que es la fuente de nuestra felicidad siempre está cambiando, por lo tanto tenemos que cambiar nosotros también, asumir que un poco de incertidumbre y adaptación son ingredientes esenciales de la vida.

No recuerdo bien cómo llegó este libro a mis manos, pero por la etiqueta que tiene en la esquina superior derecha con el logo de Sanborns y el precio de $95.00 presumo que lo compré en esa tienda por ahí del 2006-2007, cuando trabajaba como consultor en Caliper Estrategias Humanas de México. Hoy forma parte del pequeño apartado de literatura de gestión empresarial que me enorgullezco mucho en tener, gracias a la orientación de mi querido cuñado Eduardo Castellanos.
De “Historia de mis libros”
José Manuel Ruiz Regil

miércoles, 7 de enero de 2015

Pena del alba

“Cada ocaso es un atardecer que acaba en luz”

Tomás Browne Cruz


Cuando tuve noticia de la convocatoria para el 1er. Concurso Latinoamericano de poesía transgresora 2012, pensé que eso era un pleonasmo, una hipérbole digna de la influencia estrambótica de estos días en que no basta nombrar las cosas, sino hay que gritarlas, subrayarlas y ponerles reflectores para que por lo menos dos o tres despistados se pregunten ¿qué es eso?; me inquietaba el significado de esta clasificación, pues entiendo la transgresión como el acto de violentar, infraccionar, quebrantar, vulnerar, desobedecer, atropellar o atentar contra algo o alguien, en este caso la poesía, y estas acciones no son –o no deberían ser- ajenas al ejercicio poético, de suyo.
.
Recordemos el “chillen, putas”, de Paz cuando se refiere al trato que el poeta debe dar a las palabras, a las que hay que “coger del rabo, darles la vuelta, azotarlas, darles azúcar en la boca a las rejegas, secarlas, pisarlas, sorberles sangre y tuétanos…” o con más precisión, incluso, aquel consejo del sabio León Felipe que nos invita a deshacer el verso: “Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso, será la poesía. Qué importa que la estrella esté rémora y deshecha la rosa. Aún tendremos el brillo y el aroma”.

Es decir, que para mí está implícita la transgresión en el acto de crear. “Para crear hay que destruir”, decía Picasso. De esta forma el cosmos natural se convierte en un caos cultural del que surgirá un nuevo orden que habrá que seguir mancillando hasta el fin de los tiempos. Y en esta dialéctica entre la unidad y el fragmento surge Revelaciones de un cuidador de inicios del poeta chileno-australiano Tomás Browne Cruz, que es un llamado fresco a revisar los orígenes, los mitos y los arquetipos que interactúan en las historias que nos hemos contado a lo largo del tiempo, para cuestionar desde el cimiento, no sólo la forma y el concepto de poema sino el entramado de relaciones arcanas que determinan los roles y la manera de ser de los hombres y mujeres en occidente.

Este libro viene de regreso del verso libre, queriendo rescatar la herencia de una métrica decimonónica, también, (planta su eje alrededor de los alejandrinos, declarando su linaje de arte mayor), pero desnuda de ornamentos, pulcra de ideas, certera en sus sentencias y que trasluce, además, una sexualidad pragmática, un intenso erotismo alejado del lenguaje soez en el que suele atrincherarse el deseo frustrado de muchos autores.

Al leer Revelaciones de un cuidador de inicios pude inferir algunos de los criterios con los que tal vez operaron los creadores y jueces de este concurso, y entendí que es importante reconocer la transgresión en la poesía como un estímulo que permita mantener su estado de salud a lo largo del tiempo, aunque esta transgresión traiga ya una larga genealogía.

Lo primero que me llamó la atención del libro es su estructura. Está dividido en cinco partes: Convoluciones, Revelaciones I, Coro, Revoluciones y Convoluciones II, un índice paronomásico, que sugiere ya una suerte de diálogo que sostiene la voz poética con un colectivo, a la manera de una tragedia griega, pero vista a través de varios espejos que se reflejan a sí mismos.

Convoluciones, es un término matemático que se utiliza para definir aquel elemento que deriva de otros dos elementos de consistencia variable, algo así como decir que la sombra de mi mano en la mesa es la convolución de la fuente de luz que incide en mi propia mano; o que el eco es la convolución de mi voz que incide en el espacio y los elementos que lo ocupan.

Esta primera pista (metáfora estructural) nos pone en perspectiva de los temas que ha de tratar en esta instancia el poeta, donde encontramos poemas que indagan sobre la naturaleza filosófica de ciertos elementos, desarrollados con una poesía “silogística”, del tipo si esto es de esta manera, esto  es de esta otra, lo cual transgrede el concepto de lógica poética que tan ampliamente ha expresado el maestro Enrique González Rojo en sus Reflexiones sobre poesía, permitiendo de esta manera construir una nueva lógica –poética también, pero post-transgresión.

Borda también ideas acerca del tiempo y al espacio, los ritmos astrales, la relación de parentesco entre unos y otros, la correspondencia de los sexos en la naturaleza y su tímida expresión cultural sublimada en los intentos de los hombres, y sus correlaciones de género. Hay en esta parte un llamado al orden, es decir, la búsqueda de un principio que permita que las historias prosperen, que la vida fluya. “Nada se oculta con el fin de mostrarse tiempo después. Los accidentes voluntarios dan vergüenzas, Las matanzas no tienen remedio, dicen ellos juntos.”

En la segunda parte, Revelaciones, toma las figuras mitológicas de Adán, Eva y Caín para reflexionar sobre el poder, la eterna lucha de los hombres (macho) por la trascendencia; luego hace una elegía a Isis en la que, citando a León Felipe nuevamente, “queda el brillo y el aroma” de una civilización que nos heredó el lenguaje y el primer alfabeto; continúa con una carta a Cleopatra, donde la revela como un fetiche sexual  en torno al cual se gestó el triángulo entre Dios, César y Marco Antonio. En estos poemas-carta, escritos en segunda persona el poeta entabla un diálogo con el pasado histórico y mitológico y pareciera reconvenir a los actores de acuerdo a su percepción de las cosas.

Loa a la ninfa Chlora, arquetipo de la mujer sensual que envuelve lo mismo a la Flora de Tiziano, a la conquistadora Inés Suárez, amante de Pedro de Valdivia, a la Laura de Petrarca o a la adolescente Lolita, “Esperando significar para los aldeanos lo que las estrellas para los marineros han significado”.

El Coro recrea el conflicto original de la Guerra de Troya, y me parece que así como se ha dicho que el poeta es el nuevo Adán que ha de nombrar las cosas del mundo, en este poema, Browne señala a Paris como el nuevo héroe a quien ha de asimilarse el bardo contemporáneo, pues “eres mucho más que humano, raptaste a Helena”.

Continúa su repaso por los personajes arquetípicos del amor y el dolor, regalándonos asimismo, esa tercera visión derivada de las otras dos (convolución), como en el caso de la historia de Eneas y Dido, en la que altera el orden del tablero al suponer que la consternación de Eneas fue por haber encontrado a Virgilio esperando por él en vez de estar revolcándose con Dido.

Browne sigue su periplo por los arquetipos del amor cortés y hunde su daga en la castración de Abelardo, que no fue impedimento para seguir amando a Eloisa, aún recluido en su celda y lejos de ella hasta el último de sus días; junto con Tristán bebe “la magia negra del amor” y cae a un lado suyo, como Isolda enamorada.
Y justo al centro del libro como un surtidor sexual que abruma todos los poemas declara con Bocaccio : “Cuando pienso ¡oh sexo encantador! No ignoro que el principio de este libro os resultará 
desagradable.”

Dedica a Dante un poema en tres instancias donde pregunta al hado creador: “¿No fue Dante, por amor a Beatriz, que alcoholizó al poeta y el poeta a su poema?”.... “La Divina Comedia es la escatología del amor”…. “El amor es puro como el infierno”. Y concluye: “Las llamas no viven sin el fuego como el sexo no existe sin poesía”.

Revoluciones, cuarta parte, desnuda la relación entre creador y criatura, otorgándole a ésta una autonomía tal que fagocita al propio autor. “Así Shakespeare fue devorado por Romeo y Julieta, Así es el amor, así las cosas”. ¿Será por eso, dicen, que uno mata lo 
que ama? (Rosario Castellanos).

Luego se pregunta en un poema donde es difícil diferenciar al Quijote de Alfonso Quijano y viceversa ¿Cómo vino a desanudar los entuertos de la milicia y la malicia del cuerdo?
De la misma manera, así, de tú a tú, habla con Fausto y le pregunta “¿Qué fue de tu carne si sólo vendiste tu alma al diablo?”
Cuestiona a Vronsky y a Tolstoi sobre la muerte de Anna Karenina. “El tren entró en Anna como entró en Vronsky”.
En el poema a Flaubert hace un exquisito rosario de suposiciones las cuales pone en boca de los amantes de Emma Bovary y del mismo autor para explorar en las espaldas de todos ellos y en la propia la expresión: “soy la negra paloma mensajera”.

Y para cerrar esta instancia se interna en el triángulo infeliz producido entre Humbert, Lolita y Charlotte, donde el aristócrata Nabokov explora el deseo en una sociedad modernizada, contradictoria, asfixiante, y aprovecha para criticar la doble moral del puritanismo norteamericano.

Convoluciones II, nos ofrece con mucha más claridad otra pista acerca de la intención del poeta con respecto a su propuesta, es decir a su confesión de guardián de la historia, de masón espiritual de las civilizaciones, de constructor de realidades sagradas a partir de la palabra, y nos deja ver en este juego de reflejos un canto de esperanza: “Bajo el cemento está el amanecer”.

Lo que ha cantado y contado hasta ahora es el desaguizado de una era que es preciso dejar atrás para construir otro mundo distinto, “la tierra de todos, que es la tierra de nadie”, donde la armonía entre los seres no sea una utopía o un anhelo de una antigua edad de oro. Así, desde la era Ptoloméica, el Olimpo, El Imperio, Homero, Virgilio, la Biblia, los libros de caballería, las leyendas medievales, el teatro Isabelino, la novela victoriana, y el alba de la era moderna, el poeta honra su pasado pero vibra intenso en su presente, choca contra las estructuras culturales, de poder, económicas, religiosas y busca resonar más allá fuera de este mundo, pues está convencido de que es posible reconstruir la civilización a partir de la palabra, “La palabra hizo el tema y no el tema a la palabra”, dice.

5 de enero en Café Don Porfirio Col. Tabacalera.

Revelaciones de un cuidador de inicios es un libro que a la vez son muchos otros, esos otros que somos nosotros mismos, tú, lector, que has jugado a ser todos y ninguno, en un colectivo que no por ignorarlo deja de existir. Es tiempo de transgredir la molicie, ser otros Paris, otros Faustos, robarse la belleza nuevamente, vencer la inercia, la apatía de pensar y empezar a escribir con toda pulcritud los inicios de otra era a la luz de un nuevo verbo.

José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural, poeta y cantautor.