miércoles, 7 de enero de 2015

Pena del alba

“Cada ocaso es un atardecer que acaba en luz”

Tomás Browne Cruz


Cuando tuve noticia de la convocatoria para el 1er. Concurso Latinoamericano de poesía transgresora 2012, pensé que eso era un pleonasmo, una hipérbole digna de la influencia estrambótica de estos días en que no basta nombrar las cosas, sino hay que gritarlas, subrayarlas y ponerles reflectores para que por lo menos dos o tres despistados se pregunten ¿qué es eso?; me inquietaba el significado de esta clasificación, pues entiendo la transgresión como el acto de violentar, infraccionar, quebrantar, vulnerar, desobedecer, atropellar o atentar contra algo o alguien, en este caso la poesía, y estas acciones no son –o no deberían ser- ajenas al ejercicio poético, de suyo.
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Recordemos el “chillen, putas”, de Paz cuando se refiere al trato que el poeta debe dar a las palabras, a las que hay que “coger del rabo, darles la vuelta, azotarlas, darles azúcar en la boca a las rejegas, secarlas, pisarlas, sorberles sangre y tuétanos…” o con más precisión, incluso, aquel consejo del sabio León Felipe que nos invita a deshacer el verso: “Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso, será la poesía. Qué importa que la estrella esté rémora y deshecha la rosa. Aún tendremos el brillo y el aroma”.

Es decir, que para mí está implícita la transgresión en el acto de crear. “Para crear hay que destruir”, decía Picasso. De esta forma el cosmos natural se convierte en un caos cultural del que surgirá un nuevo orden que habrá que seguir mancillando hasta el fin de los tiempos. Y en esta dialéctica entre la unidad y el fragmento surge Revelaciones de un cuidador de inicios del poeta chileno-australiano Tomás Browne Cruz, que es un llamado fresco a revisar los orígenes, los mitos y los arquetipos que interactúan en las historias que nos hemos contado a lo largo del tiempo, para cuestionar desde el cimiento, no sólo la forma y el concepto de poema sino el entramado de relaciones arcanas que determinan los roles y la manera de ser de los hombres y mujeres en occidente.

Este libro viene de regreso del verso libre, queriendo rescatar la herencia de una métrica decimonónica, también, (planta su eje alrededor de los alejandrinos, declarando su linaje de arte mayor), pero desnuda de ornamentos, pulcra de ideas, certera en sus sentencias y que trasluce, además, una sexualidad pragmática, un intenso erotismo alejado del lenguaje soez en el que suele atrincherarse el deseo frustrado de muchos autores.

Al leer Revelaciones de un cuidador de inicios pude inferir algunos de los criterios con los que tal vez operaron los creadores y jueces de este concurso, y entendí que es importante reconocer la transgresión en la poesía como un estímulo que permita mantener su estado de salud a lo largo del tiempo, aunque esta transgresión traiga ya una larga genealogía.

Lo primero que me llamó la atención del libro es su estructura. Está dividido en cinco partes: Convoluciones, Revelaciones I, Coro, Revoluciones y Convoluciones II, un índice paronomásico, que sugiere ya una suerte de diálogo que sostiene la voz poética con un colectivo, a la manera de una tragedia griega, pero vista a través de varios espejos que se reflejan a sí mismos.

Convoluciones, es un término matemático que se utiliza para definir aquel elemento que deriva de otros dos elementos de consistencia variable, algo así como decir que la sombra de mi mano en la mesa es la convolución de la fuente de luz que incide en mi propia mano; o que el eco es la convolución de mi voz que incide en el espacio y los elementos que lo ocupan.

Esta primera pista (metáfora estructural) nos pone en perspectiva de los temas que ha de tratar en esta instancia el poeta, donde encontramos poemas que indagan sobre la naturaleza filosófica de ciertos elementos, desarrollados con una poesía “silogística”, del tipo si esto es de esta manera, esto  es de esta otra, lo cual transgrede el concepto de lógica poética que tan ampliamente ha expresado el maestro Enrique González Rojo en sus Reflexiones sobre poesía, permitiendo de esta manera construir una nueva lógica –poética también, pero post-transgresión.

Borda también ideas acerca del tiempo y al espacio, los ritmos astrales, la relación de parentesco entre unos y otros, la correspondencia de los sexos en la naturaleza y su tímida expresión cultural sublimada en los intentos de los hombres, y sus correlaciones de género. Hay en esta parte un llamado al orden, es decir, la búsqueda de un principio que permita que las historias prosperen, que la vida fluya. “Nada se oculta con el fin de mostrarse tiempo después. Los accidentes voluntarios dan vergüenzas, Las matanzas no tienen remedio, dicen ellos juntos.”

En la segunda parte, Revelaciones, toma las figuras mitológicas de Adán, Eva y Caín para reflexionar sobre el poder, la eterna lucha de los hombres (macho) por la trascendencia; luego hace una elegía a Isis en la que, citando a León Felipe nuevamente, “queda el brillo y el aroma” de una civilización que nos heredó el lenguaje y el primer alfabeto; continúa con una carta a Cleopatra, donde la revela como un fetiche sexual  en torno al cual se gestó el triángulo entre Dios, César y Marco Antonio. En estos poemas-carta, escritos en segunda persona el poeta entabla un diálogo con el pasado histórico y mitológico y pareciera reconvenir a los actores de acuerdo a su percepción de las cosas.

Loa a la ninfa Chlora, arquetipo de la mujer sensual que envuelve lo mismo a la Flora de Tiziano, a la conquistadora Inés Suárez, amante de Pedro de Valdivia, a la Laura de Petrarca o a la adolescente Lolita, “Esperando significar para los aldeanos lo que las estrellas para los marineros han significado”.

El Coro recrea el conflicto original de la Guerra de Troya, y me parece que así como se ha dicho que el poeta es el nuevo Adán que ha de nombrar las cosas del mundo, en este poema, Browne señala a Paris como el nuevo héroe a quien ha de asimilarse el bardo contemporáneo, pues “eres mucho más que humano, raptaste a Helena”.

Continúa su repaso por los personajes arquetípicos del amor y el dolor, regalándonos asimismo, esa tercera visión derivada de las otras dos (convolución), como en el caso de la historia de Eneas y Dido, en la que altera el orden del tablero al suponer que la consternación de Eneas fue por haber encontrado a Virgilio esperando por él en vez de estar revolcándose con Dido.

Browne sigue su periplo por los arquetipos del amor cortés y hunde su daga en la castración de Abelardo, que no fue impedimento para seguir amando a Eloisa, aún recluido en su celda y lejos de ella hasta el último de sus días; junto con Tristán bebe “la magia negra del amor” y cae a un lado suyo, como Isolda enamorada.
Y justo al centro del libro como un surtidor sexual que abruma todos los poemas declara con Bocaccio : “Cuando pienso ¡oh sexo encantador! No ignoro que el principio de este libro os resultará 
desagradable.”

Dedica a Dante un poema en tres instancias donde pregunta al hado creador: “¿No fue Dante, por amor a Beatriz, que alcoholizó al poeta y el poeta a su poema?”.... “La Divina Comedia es la escatología del amor”…. “El amor es puro como el infierno”. Y concluye: “Las llamas no viven sin el fuego como el sexo no existe sin poesía”.

Revoluciones, cuarta parte, desnuda la relación entre creador y criatura, otorgándole a ésta una autonomía tal que fagocita al propio autor. “Así Shakespeare fue devorado por Romeo y Julieta, Así es el amor, así las cosas”. ¿Será por eso, dicen, que uno mata lo 
que ama? (Rosario Castellanos).

Luego se pregunta en un poema donde es difícil diferenciar al Quijote de Alfonso Quijano y viceversa ¿Cómo vino a desanudar los entuertos de la milicia y la malicia del cuerdo?
De la misma manera, así, de tú a tú, habla con Fausto y le pregunta “¿Qué fue de tu carne si sólo vendiste tu alma al diablo?”
Cuestiona a Vronsky y a Tolstoi sobre la muerte de Anna Karenina. “El tren entró en Anna como entró en Vronsky”.
En el poema a Flaubert hace un exquisito rosario de suposiciones las cuales pone en boca de los amantes de Emma Bovary y del mismo autor para explorar en las espaldas de todos ellos y en la propia la expresión: “soy la negra paloma mensajera”.

Y para cerrar esta instancia se interna en el triángulo infeliz producido entre Humbert, Lolita y Charlotte, donde el aristócrata Nabokov explora el deseo en una sociedad modernizada, contradictoria, asfixiante, y aprovecha para criticar la doble moral del puritanismo norteamericano.

Convoluciones II, nos ofrece con mucha más claridad otra pista acerca de la intención del poeta con respecto a su propuesta, es decir a su confesión de guardián de la historia, de masón espiritual de las civilizaciones, de constructor de realidades sagradas a partir de la palabra, y nos deja ver en este juego de reflejos un canto de esperanza: “Bajo el cemento está el amanecer”.

Lo que ha cantado y contado hasta ahora es el desaguizado de una era que es preciso dejar atrás para construir otro mundo distinto, “la tierra de todos, que es la tierra de nadie”, donde la armonía entre los seres no sea una utopía o un anhelo de una antigua edad de oro. Así, desde la era Ptoloméica, el Olimpo, El Imperio, Homero, Virgilio, la Biblia, los libros de caballería, las leyendas medievales, el teatro Isabelino, la novela victoriana, y el alba de la era moderna, el poeta honra su pasado pero vibra intenso en su presente, choca contra las estructuras culturales, de poder, económicas, religiosas y busca resonar más allá fuera de este mundo, pues está convencido de que es posible reconstruir la civilización a partir de la palabra, “La palabra hizo el tema y no el tema a la palabra”, dice.

5 de enero en Café Don Porfirio Col. Tabacalera.

Revelaciones de un cuidador de inicios es un libro que a la vez son muchos otros, esos otros que somos nosotros mismos, tú, lector, que has jugado a ser todos y ninguno, en un colectivo que no por ignorarlo deja de existir. Es tiempo de transgredir la molicie, ser otros Paris, otros Faustos, robarse la belleza nuevamente, vencer la inercia, la apatía de pensar y empezar a escribir con toda pulcritud los inicios de otra era a la luz de un nuevo verbo.

José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural, poeta y cantautor.


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